sábado, 1 de mayo de 2010

El "cuéntame" de la generación Beat"


La Galería Nacional de Washington expone a partir de este domingo las fotos personales del poeta Allen Ginsberg, un álbum de instantáneas que sirve para ilustrar el nacimiento de la contra-cultura en Estados Unidos.

El propio Ginsberg, retratado por Burroughs
Imagen de Jack Kerouac en 1953

PEDRO RODRÍGUEZ | CORRESPONSAL EN WASHINGTON / ABC

A la vista de las fotos, parece que realmente lograron consumar una de las mejores venganzas en la historia de la literatura: se lo pasaron muy bien. Hubo pasión intelectual, drogas, amor por las palabras, sexo, intensa provocación, música, experimentos estéticos de toda clase, viajes inolvidables, protesta continua y hasta una mezcla de curiosidad con algo de inocencia para apreciar mejor lo nuevo y diferente. Por lo menos, esa es la impresión que ofrecen las fotografías muy personales que el poeta Allen Ginsberg tomó entre 1953 y 1963. Colección que a partir de este domingo queda expuesta en la Galería Nacional de Washington.
Realizadas en blanco y negro con una simple cámara Kodak Retina de segunda mano, reveladas en la tienda de la esquina y olvidadas durante años, las instantáneas de Ginsberg (1926-1997) forman un álbum casi perfecto para ilustrar el nacimiento de la contra-cultura en Estados Unidos. Con toda clase de retratos de la llamada generación Beat, poetas y escritores en rebeldía contra el conformismo asumido por la sociedad americana tras la Segunda Guerra Mundial.
A través de esta colección exuberante se puede contemplar al autor del poema "Howl" -épico en más de un sentido- embarcado en un esfuerzo espontáneo por captura lo que el mismo describió como "ciertos momentos en la eternidad". Junto a él, en un mundo viajero encuadernado entre Nueva York y San Francisco, desfilan también otros co-conspiradores literarios como William S. Burroughs, Neal Cassady, Gregory Corso y Jack Kerouac.
Sin que falten tampoco paralelismos entre los versos de Ginsberg y su iconografía particular. Ya que según los críticos, en ambas facetas impera una intensa observación del mundo, una profunda apreciación de la belleza de lo autóctono y bastante fe en la expresión intuitiva. Por mucho que el poeta tomase esas fotos sin una especial intención artística sino como reflejo de lo que él y sus amigos estuvieran haciendo en un momento determinado.
Con más pretensiones,como muchos otros aficionados al arte de la fotografía, Ginsberg disfrutó de esas imágenes intuitivas, regaló copias a colegas y amigos pero al final, su colección terminó desperdigada en cajones y armarios, sin salir de sus sobres originales. Pero a partir de los años ochenta, el poeta recuperó esas fotos, obtuvo copias profesionales y se dedicó a catalogarlas. Además de añadir en los bordes con una deliciosa caligrafía extensas descripciones y reflexiones sobre el pasado-presente.
Esos pies de foto llegan a convertirse en descriptivas viñetas que rebosan ironía. En un retrato de Jack Kerouac y William Burroughs fechado en 1953, Ginsberg describe el siguiente diálogo aleccionador: "Atento Jack, como ya te advertí en 1945, si continuas viviendo con tu mamá te vas a encontrar enroscado cada vez más en su delantal hasta que seas un hombre viejo y no puedas escapar...".
Al redescubrir su colección, y ser animado por consagrados artistas del negativo como Robert Frank y Berenice Abbott, Ginsberg volvió otra vez a practicar la fotografía con algo más de pretensiones. Acumulando un segundo y más exhibicionista álbum de retratos, tanto de sus viejos conocidos -algunos milagrosamente longevos a pesar de haber desafiado con tesón todas las leyes de la física y de la química- como de sus nuevas amistades. Según la filosofía sorprendentemente mediática de Ginsberg, "si uno es famoso, se puede salir con la suya en casi todo".
De acuerdo a las explicaciones de Sarah Greenough, responsable de la muestra titulada «Recuerdos Beat», «se trata de una colección de imágenes maravillosas que muestran a muchos de los poetas y escritores de esa generación literaria, justo cuando llegaban a la cumbre de la fama que terminaría por transformar por completo sus vidas». Con ochenta fotografías, y un elaborado catalogo, la oferta reunida en la capital de Estados Unidos hasta septiembre pasa por ser «la mayor exposición de Alan Ginsberg desde su muerte en 1997». Pero como reconoce Greenough, ella es la primera que se pregunta qué pensaría el poeta al ver sus fotos colgadas en la Galería Nacional de Washington.

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