viernes, 26 de noviembre de 2010

Recursos en la web para vivir y ayudar a vivir el Adviento. Postal virtual de Red Misión México


Ahora es posible prepararse espiritual y cristianamente a la Navidad. Una página ofrece recursos en la Red para orar, reflexionar, encender las velas de Adviento y vivir este tiempo litúgico que se abre a la Esperanza de la llegada de Jesús.

La postal virtual preparada por la Red Misión México, ha sido dada a conocer a ZENIT por Pablo Gómez Gallardo, coordinador de la iniciativa

Red Misión México, a través de su portal de recursos en línea MissionKits.org, ha publicado una postal virtual para este tiempo litúrgico, como ya hiciera para Navidad, Cuaresma y Pentecostés.

Según explica Gómez Gallardo, “esta vez se trata de una tarjeta de Adviento, en la que una persona puede encender semana a semana una de las cuatro velas de la corona, al mismo tiempo que puede escuchar una reflexión en video para cada semana y otra explicando el origen de la corona de Adviento”.

“Creemos –añade- que es muy importante empezar desde ahorita la preparación para la Navidad, y es por esto que no quisimos esperar para enviar una tarjeta de Navidad, que por supuesto lo haremos en su momento”.

La tarjeta en línea tiene muchas ventajas, señala el coordinador de la iniciativa, entre ellas, el poder compartirla fácilmente, ya sea por correo de forma personalizada o por Facebook y Twitter.

También se puede hacer una suscripción para recibir cada semana un recordatorio para encender la siguiente vela, así como imprimir una oración para el rezo en familia.

Una iniciativa que se puede compartir con todos los familiares y amigos, facilitando así la preparación a la buena noticia que se renueva cada año en Navidad.

Enlace a la tarjeta: http://www.missionkits.org/adviento.

28/11/2010. Primer domingo de Adviento: El acontecimiento


Comentario al Evangelio del próximo domingo, 28 de noviembre, primero de Adviento (Mateo 24,37-44), redactado por Jesús Sanz Montes

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (24,37-44):

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»



La palabra acontecimiento indica algo más que un simple acontecer. El acontecimiento nos arranca de la rutina cotidiana para gritarnos que es posible la sorpresa y el estupor. Los cristianos iniciamos con este domingo un nuevo adviento. Y digo bien: nuevo y adviento. Porque no se trata de repetir mecánicamente el guión de advientos pretéri­tos. Jamás la liturgia cristiana es una puesta en escena de las obras ya estrenadas y sabidas. Más bien nos empuja la liturgia a mirar el acontecimiento: Jesucristo, Señor y Salvador. Porque una novedad es tal cuando lo que alguna vez hemos visto u oído, lo que alguna vez ha empezado a acontecer en nosotros, se torna más verdad cada día.

La Palabra de Dios de este primer domingo nos describe el adviento hablando de ese doble movimiento que se da en la historia de la salvación. En el primer movimiento tiene Dios la iniciativa: es el Dios que vino, que viene y que vendrá, con un continuo abalanzarse a nuestras situaciones. El segundo movimiento se inscribe en el corazón del hombre: la espera y la vigilancia. El Señor que llega, el hombre que le espera con una actitud vigilante. Esto es el adviento.

La historia de este tiempo litúrgico habla de los tres advientos: mirando al Señor que ya vino una vez (primer adviento, hace 2000 años), nos preparamos a recibirle en su última venida (tercer adviento, al final de los tiempos), acogiendo al que incesantemente llega a nuestro corazón (segundo adviento, en nuestro hoy de cada día).

El "no sabéis el día ni la hora" que escuchamos en el Evangelio, no es una encerrona terrible que pretende asustarnos, sino un toque de atención para que cuando Él manifieste su gracia en nuestros corazones podamos sencillamente reconocerlo. Así dice una antigua oración: "Oh Dios que vendrás a manifestarte en el día del juicio, manifiéstate primero en nuestros corazones mediante tu gracia".

Sin duda que necesitamos que acontezca la eterna novedad del Señor en la venas de nuestra vida. Hay demasiadas pesadillas en nuestro mundo planetario de las que despertar, demasiadas rutinas que cansan y agotan, demasiadas necesidades en nuestro corazón y en el corazón social de que Alguien que ya vino y que vendrá, venga ahora también para encendernos la luz, una Luz que no se apague, y para cambiar todas nuestras maldiciones y enconos en ternura y bendición

jueves, 18 de noviembre de 2010

Día 21 XXXIV Domingo. Solemnidad: Jesucristo, Rey del Universo





Evangelio: Lc 23, 35-43 El pueblo estaba mirando, y los jefes se burlaban de él y decían:
—Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si él es el Cristo de Dios, el elegido.
Los soldados se burlaban también de él; se acercaban y ofreciéndole vinagre decían:
—Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Encima de él había una inscripción: «Éste es el Rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados le injuriaba diciendo:
—¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro le reprendía:
—¿Ni siquiera tú, que estás en el mismo suplicio, temes a Dios? Nosotros estamos aquí justamente, porque recibimos lo merecido por lo que hemos hecho; pero éste no ha hecho ningún mal.
Y decía:
—Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
Y le respondió:
—En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.


Cristo Rey con todo derecho


El último domingo del Tiempo Ordinario celebramos la solemnidad de Cristo, Rey del Universo. Nos ofrece hoy la Iglesia un pasaje, de san Lucas en este caso, en el que aparece Jesús despreciado y materialmente humillado por los judíos, por haber manifestado su condición real. Según nos narran los Evangelios, poco antes había reconocido ser el Rey de los judíos, respondiendo a la pregunta de Pilato. Pero el Señor no se había otorgado a sí mismo la realeza y mucho menos usurpaba indebidamente un título al considerarse Rey. Ya los Magos, por una revelación cuya naturaleza desconocemos, relacionaron la estrella que vieron en Oriente con el nacimiento del Rey de los judíos. Rey de Israel lo reconoció Natanael, cuando Jesús le dijo que lo había visto antes que Felipe bajo la higuera. Y asimismo la muchedumbre, saciada por los panes y los peces multiplicados milagrosamente por Jesús, quiere proclamarlo Rey, pero en aquella ocasión se marchó al monte Él solo.

El domingo anterior a su muerte acoge, sin embargo, el Señor los clamores de la gente que lo proclaman hijo de David y Rey, y hasta reprende a los fariseos que se escandalizan: Os digo que si éstos callan gritarán las piedras, les dice. Se cumple con su paso por Jerusalén cabalgando un borrico lo que profetizó Zacarías: No temas, hija de Sión. Mira a tu rey, que llega montado en un pollino de asna. Y al viernes siguiente, sabiendo que le esperaba la muerte, no teme proclamar ante Pilato su condición real, aunque dejando claro que no es un reino terreno el suyo.

A pesar de las burlas que se escucharon al pie de la Cruz era cierta la inscripción: «Este es el Rey de los judíos» referida a Cristo. Tan seguro estaba el Señor del poder que garantizaba su realeza, que no tenía necesidad de demostrarlo a los que le retaban: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Se hubiera comportado, de haberlo hecho, como tantos poderosos de este mundo que necesitan mostrar su fuerza para ser respetados por otros que también se consideran fuertes. Jesucristo, en cambio, siendo Dios y absolutamente poderoso; Señor y Rey de cuanto existe y de todo el poder que puede ser pensado, no siente esa necesidad: doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente. Tengo poder para darla y tengo poder para tomarla de nuevo. Por esto, poco antes de morir, puede decir al buen ladrón que lo reconoce como Rey: hoy estarás conmigo en el Paraíso.

También en nuestro tiempo algunos son incapaces de entender otros reinados que los de la fuerza, las riquezas, las influencias... Con esos poderes se imponen algunos materialmente. Se trata en todo caso de reinados de aquí, que para unos y para otros duran, en el mejor de los casos, mientras están en el mundo. Conviene por ello recordar, como nos enseña el salmo segundo refiriéndose a Nuestro Señor, que por el contrario Su Reino es un Reino eterno y todos los reyes le servirán y obedecerán. ¡Qué seguridad, sentirse en un Reino así!, un Reino de justicia, de amor y de paz. Porque, siendo gobernado por la misma bondad, podemos sentirnos siempre seguros y además, su Reino no tendrá fin, como decimos al recitar el Credo.

El cristiano, consciente de seguir a Cristo, existiendo bajo Cristo, vive orgullosamente seguro. Aclama desde el fondo de su corazón, como en un permanente domingo de Ramos: Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel... ¡Hosanna al Hijo de David!... ¡Hosanna en las alturas! Y así van pasando para él sus días, ocupado ordinariamente en actividades semejantes a las de cualquiera –se diría que su vida no tiene nada de especial–, pero convencido, sin embargo, de ser, en cierto sentido, extraordinario: más próximo a Dios por voluntad del Creador que al resto de la Creación, al sentirse capaz de difundir a los otros hombres el talento incomparable de reconocerse hijo de Dios y destinado a ser uno con Él eternamente.

La gran solemnidad que hoy celebramos nos inunda, por tanto, de una alegría contagiosa. No nos conformamos con exultar interiormente, ni tampoco sólo con "los nuestros", al reconocernos junto a otros cristianos hijos aunque siervos de tan gran Rey. La misma Gracia que nos hace ser de la familia de Dios, ha puesto, por así decir, en cada uno, la necesidad imperiosa de comunicar a la humanidad entera esta gran verdad de nuestra gozosa condición: un tesoro demasiado grande para dejarlo encerrado sólo en cada uno; y parece, más bien, que su valor se acrecienta en nosotros cuanto más se comparte.

Es lo que debía sentir la Madre de Dios, que no puede contenerse y exulta: mi alma alaba al Señor y se llena de gozo mi espíritu en Dios mi Salvador.

Día 21 XXXIV Domingo. Solemnidad: Jesucristo, Rey del Universo


Evangelio: Lc 23, 35-43 El pueblo estaba mirando, y los jefes se burlaban de él y decían:
—Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si él es el Cristo de Dios, el elegido.
Los soldados se burlaban también de él; se acercaban y ofreciéndole vinagre decían:
—Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Encima de él había una inscripción: «Éste es el Rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados le injuriaba diciendo:
—¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro le reprendía:
—¿Ni siquiera tú, que estás en el mismo suplicio, temes a Dios? Nosotros estamos aquí justamente, porque recibimos lo merecido por lo que hemos hecho; pero éste no ha hecho ningún mal.
Y decía:
—Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
Y le respondió:
—En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.


Cristo Rey con todo derecho


El último domingo del Tiempo Ordinario celebramos la solemnidad de Cristo, Rey del Universo. Nos ofrece hoy la Iglesia un pasaje, de san Lucas en este caso, en el que aparece Jesús despreciado y materialmente humillado por los judíos, por haber manifestado su condición real. Según nos narran los Evangelios, poco antes había reconocido ser el Rey de los judíos, respondiendo a la pregunta de Pilato. Pero el Señor no se había otorgado a sí mismo la realeza y mucho menos usurpaba indebidamente un título al considerarse Rey. Ya los Magos, por una revelación cuya naturaleza desconocemos, relacionaron la estrella que vieron en Oriente con el nacimiento del Rey de los judíos. Rey de Israel lo reconoció Natanael, cuando Jesús le dijo que lo había visto antes que Felipe bajo la higuera. Y asimismo la muchedumbre, saciada por los panes y los peces multiplicados milagrosamente por Jesús, quiere proclamarlo Rey, pero en aquella ocasión se marchó al monte Él solo.

El domingo anterior a su muerte acoge, sin embargo, el Señor los clamores de la gente que lo proclaman hijo de David y Rey, y hasta reprende a los fariseos que se escandalizan: Os digo que si éstos callan gritarán las piedras, les dice. Se cumple con su paso por Jerusalén cabalgando un borrico lo que profetizó Zacarías: No temas, hija de Sión. Mira a tu rey, que llega montado en un pollino de asna. Y al viernes siguiente, sabiendo que le esperaba la muerte, no teme proclamar ante Pilato su condición real, aunque dejando claro que no es un reino terreno el suyo.

A pesar de las burlas que se escucharon al pie de la Cruz era cierta la inscripción: «Este es el Rey de los judíos» referida a Cristo. Tan seguro estaba el Señor del poder que garantizaba su realeza, que no tenía necesidad de demostrarlo a los que le retaban: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Se hubiera comportado, de haberlo hecho, como tantos poderosos de este mundo que necesitan mostrar su fuerza para ser respetados por otros que también se consideran fuertes. Jesucristo, en cambio, siendo Dios y absolutamente poderoso; Señor y Rey de cuanto existe y de todo el poder que puede ser pensado, no siente esa necesidad: doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente. Tengo poder para darla y tengo poder para tomarla de nuevo. Por esto, poco antes de morir, puede decir al buen ladrón que lo reconoce como Rey: hoy estarás conmigo en el Paraíso.

También en nuestro tiempo algunos son incapaces de entender otros reinados que los de la fuerza, las riquezas, las influencias... Con esos poderes se imponen algunos materialmente. Se trata en todo caso de reinados de aquí, que para unos y para otros duran, en el mejor de los casos, mientras están en el mundo. Conviene por ello recordar, como nos enseña el salmo segundo refiriéndose a Nuestro Señor, que por el contrario Su Reino es un Reino eterno y todos los reyes le servirán y obedecerán. ¡Qué seguridad, sentirse en un Reino así!, un Reino de justicia, de amor y de paz. Porque, siendo gobernado por la misma bondad, podemos sentirnos siempre seguros y además, su Reino no tendrá fin, como decimos al recitar el Credo.

El cristiano, consciente de seguir a Cristo, existiendo bajo Cristo, vive orgullosamente seguro. Aclama desde el fondo de su corazón, como en un permanente domingo de Ramos: Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel... ¡Hosanna al Hijo de David!... ¡Hosanna en las alturas! Y así van pasando para él sus días, ocupado ordinariamente en actividades semejantes a las de cualquiera –se diría que su vida no tiene nada de especial–, pero convencido, sin embargo, de ser, en cierto sentido, extraordinario: más próximo a Dios por voluntad del Creador que al resto de la Creación, al sentirse capaz de difundir a los otros hombres el talento incomparable de reconocerse hijo de Dios y destinado a ser uno con Él eternamente.

La gran solemnidad que hoy celebramos nos inunda, por tanto, de una alegría contagiosa. No nos conformamos con exultar interiormente, ni tampoco sólo con "los nuestros", al reconocernos junto a otros cristianos hijos aunque siervos de tan gran Rey. La misma Gracia que nos hace ser de la familia de Dios, ha puesto, por así decir, en cada uno, la necesidad imperiosa de comunicar a la humanidad entera esta gran verdad de nuestra gozosa condición: un tesoro demasiado grande para dejarlo encerrado sólo en cada uno; y parece, más bien, que su valor se acrecienta en nosotros cuanto más se comparte.

Es lo que debía sentir la Madre de Dios, que no puede contenerse y exulta: mi alma alaba al Señor y se llena de gozo mi espíritu en Dios mi Salvador.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Facebook presenta su versión del correo electrónico hoy, como se esperaba




Facebook presenta su versión del correo electrónico hoy, como se esperabaLa red social Facebook presentó hoy su correo electrónico @facebook.com como parte de su “sistema moderno de mensajes”, una apuesta de la compañía de internet por centralizar en su plataforma todas las comunicaciones del usuario.

A través de esta nueva aplicación, que estará disponible en los próximos meses, quienes tengan cuenta en Facebook podrán mantener conversaciones con sus “amigos” en tiempo real mediante SMS, chat, “e-mail” sin importar qué formato use cada uno.

“Esto no es un e-mail ‘killer’”, comentó el co fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, en el marco del congreso Web 2.0 Summit que se celebra en San Francisco, donde se esperaba que su empresa se lanzara a competir con Gmail, Hotmail o Yahoo! por el mercado de las comunicaciones por “e-mail”.

Lejos de entrar en esa batalla, Zuckerberg distanció el nuevo producto de Facebook del concepto de correo electrónico actual, un medio que calificó como “lento”, y enfatizó la idea de que este sistema definirá la “próxima generación” de mensajería en internet.

“No esperamos que la gente se levante mañana y cierre sus cuentas de correo por esto”, matizó el presidente de Facebook, quien sí confía en que en el futuro se generalice esta propuesta integradora.

“No creemos que el sistema moderno de mensajes será el correo electrónico”, explicó Zuckerberg.

La apuesta de la red social es ofrecer una única plataforma en la que el usuario reciba y envíe sus comunicaciones por el formato que elija ya sea correo electrónico o chat y eso llegue al receptor en el sistema que prefiera.

Una propuesta para la que se habilitarán cuentas de correo con el nombre del usuario seguido de @facebook.com, si bien eso será opcional y el sistema será compatible con otros proveedores de “e-mails”.

Facebook informó de que sus mensajes de correo no tendrán las características habituales del “e-mail”, como asunto o copia oculta y simplemente será una vía más de mantener una conversación informal con otra persona.

EFE

domingo, 14 de noviembre de 2010

¿Por qué la gente no quiere ir al Cielo?






Juan-Pedro Ortuño Morente


Es cierto que se oye hablar muy poco del Cielo en nuestras iglesias. También es cierto que es importante hablar de esas otras realidades concretas: situaciones injustas, el problema del paro, el escenario del hambre en tantos lugares, guerras fratricidas… Pero, lo esencial, lo verdaderamente importante, es saber cuál será nuestro destino definitivo, es decir, aquel en el que no nos jugamos unos cuantos años de nuestra vida, sino en el que habremos de situarnos por toda la eternidad… para siempre. Nuestro Señor lo dirá muy claramente: “¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?”. Esta perspectiva de la vida la sitúa Cristo en un contexto de promesa: “Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos”. Sin embargo, esa invitación de Jesús a ser dichosos por siempre, va precedida de toda una serie de “bienaventuranzas”, en las que se nos dice que lloraremos, sufriremos, seremos perseguidos, etc. De esta manera, en este mundo, y ante los demás, seremos constantemente signo de contradicción, tal y como lo fue Cristo. ¿Vale la pena, entonces, todo ese sufrimiento por un ofrecimiento que no puedo ver ni tocar, y del que me asaltan múltiples dudas acerca de su verdadera existencia?


Podríamos decir que el drama del ser humano se sitúa en ese punto de inflexión, en el que surge la pregunta de si merece la pena soportar toda una serie de calamidades de cara a una “supuesta” felicidad que se nos promete en el más allá o, más bien, hay que adaptarse a las realidades temporales, el día a día en el que me sitúo, buscando el mayor bienestar y beneficio. El deseo de felicidad es algo innato en el ser humano. Podemos asegurar que sólo quieren pasarlo mal aquellos que sufren algún problema psicológico, o que están sometidos a un estrés desmedido, o que sufren una depresión vertiginosa. Lo natural, lo normal, es buscar, en todo lo que hacemos y pensamos, seguridad, tranquilidad y satisfacción. Es propio de la condición humana. Lo que más nos cuesta, en esas condiciones de normalidad, es la aceptación de nuestras propias limitaciones, y todo lo que pueda influirnos en el ambiente en el que nos toca estar y vivir. Superar dificultades, por otro lado, comporta esfuerzo, cansancio, y, en muchas ocasiones, desánimo, ansiedad… y enormes frustraciones. Pensemos, por ejemplo, en una familia en la que los problemas laborales, las desavenencias en la convivencia, la educación de los hijos, la privación de comodidades, y un largo etcétera, hacen que los planes o expectativas del pasado tropiecen constantemente con un “aquí, ahora” difícil de asumir. Es entonces, cuando surge el agravio comparativo. Suponemos, porque así se nos dice, o creemos verlo en otros, que hay gente mucho más feliz que nosotros, que poseen todo tipo de comodidades, tienen cubiertos sus deseos afectivos y sonríen en todo momento. Tienen dinero, incluso alcanzan la fama, y son reconocidas sus bondades por el resto de la gente. ¿Por qué, entonces, tengo que cargar con responsabilidades que nadie me va agradecer, y que hacen que viva esclavo y dependiente de las exigencias de otros? ¿No merezco ser feliz, aquí, en este mundo?


Esta pregunta del “millón” es la que todos, absolutamente todos, nos hemos hecho en alguna ocasión. No es que vivamos en una sociedad activista (que es cierto), ni que estemos presionados por el afán de la comodidad fácil (que es verdad), sino que la urgencia y la carrera alocada por situarnos permanentemente por encima de nuestras posibilidades, hace que lo que sí es importante (descubrir el verdadero sentido de lo que soy, y para qué estoy destinado) quede relegado a un segundo lugar. No nos preocupamos del Cielo, en definitiva, porque seguimos empeñados en fabricarlo aquí, en la tierra, a costa de lo que sea. Situarnos en semejante ficción nos hace vivir en una permanente zozobra.


Entonces, ¿la gente no quiere ir al Cielo? Más bien, podríamos decir que, en la mayoría de las ocasiones, nuestra existencia transcurre como si el Cielo no existiera. Que la noche de Halloween, por ejemplo, tenga más importancia que la festividad de Todos los Santos, y además los cristianos no sepamos celebrarlo, es un síntoma de cómo hemos relegado lo que supone nuestro futuro más real y decisivo a una mascarada, que finge distraernos a base de indiferencia y superficialidad. También recuerdo aquella película, “El Cielo puede esperar”, cuyo argumento era el de pedir una prórroga para no ir al más allá y, de esta manera, solventar las deudas pendientes en este mundo. En definitiva, lo que conocemos, el lugar en el que están todas nuestras relaciones y posesiones, pretende darnos seguridad y certeza. De esta manera, nuestras condiciones actuales de humanidad, la necesidad de supervivencia en esta vida, a base de esfuerzos y sacrificios, pretende negar que estamos destinados a algo más radical y concluyente. Por ello, han existido multitud de explicaciones para intentar desmontar la “tesis” cristiana del pecado original, que es en realidad lo que produjo el olvido de cuál es nuestro verdadero destino. San Pablo, de hecho, nos habla de esa “huella del pecado”, que aún padecemos, y que oscurece nuestro entendimiento (también nuestra voluntad), haciéndonos deambular en un mar de sombras donde vamos tanteando casi a ciegas, buscando asideros “razonables”, aquello que percibimos como lo más conveniente en nuestros afanes cotidianos, aunque conlleve traicionar el más elemental sentido común.


El cristiano, sin embargo, encuentra todas las respuestas en la encarnación del Hijo de Dios, que es el mayor gesto de humillación (contrario a las expectativas de un Dios vengador y justiciero) que se ha dado en la historia de la humanidad. Él, con su autoridad y su vida, con su mansedumbre y su ternura, nos muestra la luz para recuperar el horizonte perdido. Son multitud de ocasiones en las que Cristo nos habla del Reino de los Cielos. Si nace en nuestros corazones ese Reino, es posible comenzar ya en este mundo esa vida nueva… pero, al final, además de llevar consigo al buen ladrón al Paraíso, nos dirá Jesús que él nos deja para “prepararnos una morada” definitiva: “No os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en el Cielo”. El Señor dirá de sí mismo que ascenderá a los cielos para estar junto al Padre, permaneciendo en ese nuevo estado con su cuerpo glorioso, tal y como le vieron y tocaron sus discípulos después de su resurrección. ¿Cuál es el problema? Pensar que el Cielo es un “lugar” donde no haremos nada, y caeremos en un permanente aburrimiento, pues se nos dice que “veremos” a Dios por toda la eternidad (y ya a alguno se le pone cara de bobo, pues no se le ocurre otro gesto para simular semejante escenario). Ni es un lugar, ni se trata de un mero ver. ¿Nunca te has preguntado por qué han existido situaciones hermosas y dichosas en tu vida que has deseado duraran siempre? Saquemos nuestras propias conclusiones.


Es evidente que nuestra fe, esa confianza en la autoridad de Cristo, es esencial para vivir con la certeza de que un día resucitaremos. San Pablo lo expresa con claridad: “Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe”. De esta manera, el apóstol de los gentiles fundamenta toda su misión en la convicción de una vida sin término que vendrá después de la resurrección. También hablará de alcanzar “la corona merecida” tras tantos años de padecimientos, persecuciones y mucha entrega personal. Y si esto lo consideramos como un mero “consuelo de tontos”, entonces nuestra vida, esa que tantos han intentado edificar con verdaderos sacrificios, arriesgándolo prácticamente todo, y dejando a Dios de lado, será el mayor “desconsuelo” y la mayor mentira que haya podido construir el ser humano. Si la “nada” es el premio a estos años de vida, extraordinariamente cortos, entonces estamos haciendo de bufones mediocres, que no tienen otra ambición, sino la de simular un drama incoherente y sin argumentos. Y no lo digo sólo por los que nos consideramos creyentes, sino por todos los que, de una manera u otra, pensaron que esta vida les daría la recompensa debida a sus méritos, presumiendo de bustos de mármol o de bronce en los parques, o agasajándoles con placas en las calles, años y siglos después de haber muerto… Si esas imágenes de insignes prohombres de la humanidad las van a disfrutar generaciones posteriores, ¡a mí qué me importa! Yo nací para encontrar la felicidad, y disfrutar de ella hasta la eternidad. Lo demás, amén de ser un juego sin sentido, es el mayor triunfo del Maligno que, curiosamente, sí cree en Dios, y que siendo apartado de Él, fue arrojado a las tinieblas por siglos sin fin. Este “señor”, al que muchos niegan su existencia, disfruta enormemente del silencio de los hombres acerca de él, pues supone el triunfo de la mentira sobre el amor, que es lo que más le deleita a su hambre de odio y venganza… Y aunque, en ocasiones, nos deslumbre el placer de un instante, creyendo que ése es el cielo en la tierra, no podemos olvidar que a Dios nunca se le podrá engañar con el mordisco de una manzana por muy aparente que resulte a los ojos. Dios nos sigue mirando al interior, ya que allí es imposible mostrar doblez o engaño, porque es el lugar donde se reconoce al que es fuente y origen, y así descubrir que estamos hechos a su imagen y semejanza, principio para vivir una intimidad de amor sin fin con la divinidad. Dios, en definitiva, “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. No hay otro árbol de la ciencia, ni otro fruto de la sabiduría… Lo demás, siguen siendo manzanas podridas. ¿No las reconoces por su sabor rancio y áspero a la inteligencia, ya que despedazan la sana razón (reemplazando la verdad por la cultura de la muerte); siendo amargas también a la voluntad, porque que te hacen perder la libertad, haciéndote esclavo de modas pasajeras y respetos humanos (el qué dirán, o cómo me considerarán), incluso perdiendo el respeto hacia ti mismo y los demás?

Todos estos argumentos pueden pertenecer a un recurso moral. Quizás. También San Agustín apeló al deseo perenne de felicidad que tiene el ser humano, y así demostrar la existencia de un más allá remunerador, siendo capaz de calmar cualquier ansiedad de bienestar sin fin. Yo, por mi parte, sí quiero ir al Cielo, porque Dios quiere que sea feliz con Él para siempre… y punto. ¿Qué es el Cielo? No tengo ni idea, pero me quedo con las palabras de San Pablo: “Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, es lo que Dios tiene preparado para los que le aman”.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Perú: exhiben pruebas de existencia de indígenas no contactados en Amazonia




Lanzas, flechas, bolsos con tejido de fibra vegetal y recipientes de cáscara, entre otros utensilios de nativos en aislamiento voluntario en la amazonia de Perú, fueron mostrados el viernes por el gobierno como prueba de vida de esas poblaciones. "Eramos incrédulos que en pleno siglo XXI todavía existiesen poblaciones que estuviesen al margen del mundo globalizado y del contexto nacional, estamos haciendo una demostración de que esos pueblos existen en nuestra amazonia", dijo a periodistas el ministro de Cultura Juan Ossio. Los objetos fueron encontrados por una expedición del Instituto Nacional para el Desarrollo de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (Indepa) en la reserva territorial Kugapakori Nahua Nanti, ubicada entre la región Cusco y Madre de Dios (sureste) entre enero de 2009 y septiembre 2010. "Es imposible poder establecer cuántos son. Se trata de grupos que viven en aislamiento voluntario y sin contacto (con la civilización)", explicó el ministro Ossio, que es antropólogo de profesión.

Según las autoridades peruanas, en la amazonia de Perú existen hasta 14 grupos distintos de indígenas no contactados y en aislamiento voluntario, que además corren peligro por la presencia de madereros ilegales.
Las autoridades exhibieron fotografías y videos sobre esos nativos, filmados por expedicionarios del Indepa, que establecieron cinco puestos de control en la reserva.
Entre las fotografías divulgadas se hallan viviendas rústicas hechas en base a hojas de palmera y palos de flor de caña.
El Indepa indicó que los puestos de control tienen como función impedir el ingreso de personas no autorizadas a la reserva, como taladores ilegales de bosques.

En octubre pasado en la región Madre de Dios, en la frontera con Brasil, un grupo de nativos no contactados hirió con una lanza a un adolescente de 14 años que pretendía ingresar a un territorio controlado por ellos.
En marzo de 2009 un grupo de índígenas aislados huyeron de Perú a Brasil para evitar ser aniquilados por explotadores de madera, según una denuncia de la ONG Survival International.
Esa organización no gubernamental de ayuda a los pueblos indígenas exhortó entonces al gobierno peruano "a proteger los territorios de los indígenas aislados expulsando a los madereros y prohibiendo el acceso a cualquier extranjero". AFP

Las 50 curiosidades científicas más interesantes







Cientos de hechos extraños abaten a la ciencia todos los días, he aquí una lista de los 50 más curiosos, elegidos de una lista de 198 curiosidades (Algunas de ellas fueron actualizadas, para concordar con la actualidad) por mas de 100 personas consultados vía mail

La luz tarda 8 minutos y 17 segundos en viajar desde el Sol hasta la superficie terrestre.
El 12 de octubre de 1999 se declaró “el día de los seis mil millones de personas”, según los pronósticos de Naciones Unidas.

La Tierra rota a una velocidad de 1 609 km/h, pero se desplaza a través del espacio a la increíble velocidad de 107 826 km/h.

Cuando el volcán de Krakatoa hizo erupción en 1883, la fuerza que desató fue tan colosal que pudo oírse en Australia, a más de 4 800 km de distancia.

La piedra de granizo más grande pesaba 1kg y cayó en Bangladesh en 1986.

1 000 personas mueren al año a causa de los rayos. En cualquier momento del día, caen sobre la Tierra casi dos mil rayos a causa de las tormentas eléctricas. Los rayos se mueven a un tercio de la velocidad de la luz.

En octubre de 1999, un iceberg del tamaño de Londres se desprendió de la barrera de hielo Antártica. A demás un iceberg solo muestra aproximadamente el 10% de su cuerpo
La ciruela Kakadu australiana contiene 100 veces más vitamina C que una naranja.

Los astronautas no pueden eructar porque la ingravidez no permite la separación de líquido y gas en sus estómagos.

El primer cromosoma humano sintético fue creado en 1997 por científicos estadounidenses.

El termómetro fue inventado en 1607 por Galileo.



Alfred Nobel inventó la dinamita en 1886. Con el dinero de este se pagan los premios Nobel.

El árbol más grande de todos los tiempos era un eucalipto australiano. En 1872 registró una altura de 132 m.

Christian Barnard practicó el primer trasplante de corazón en 1967. La operación, llevada a cabo por un equipo de veinte cirujanos bajo la dirección de Barnard, duró seis horas. Al despertarse, Washkansky declaró que se sentía mucho mejor con el nuevo corazón. Médico y paciente salieron catapultados hacia la fama, aunque dieciocho días después, la madrugada del 21 de diciembre, el paciente murió de una neumonía.

La envergadura de un Boeing 747 es superior que la longitud del primer vuelo de los hermanos Wright.

Una anguila eléctrica puede producir una descarga superior a los 600 voltios.

o Los primeros productores de vino vivieron en Egipto alrededor del año 2300 aC.

Las jirafas suelen dormir durante 20 minutos al día. Pueden llegar a dormir hasta 2 horas (a ratos, no de una sola vez), pero excepcionalmente. Nunca se acuestan. Las jirafas pueden limpiarse las orejas con su lengua, que mide medio metro.

Sin su capa de mucosidad, el estómago se digeriría a sí mismo.

calamar-gigante3 Con 38 cm, los ojos del calamar gigante son los mayores del planeta.

Se transmiten más gérmenes dando la mano que besando.

La velocidad máxima a la que una gota de lluvia puede caer es de 28 km/h.

El insecto alado más pequeño del mundo, la avispa parasitaria de Tanzania, es más pequeño que el ojo de una mosca común. Otros records

Un objeto pesado tardaría alrededor de una hora en hundirse unos 10 Km. en la parte más profunda del océano.

El cohete Saturno V que llevó al hombre a la luna desarrollaba una energía equivalente a 50 aviones Jumbo 747.

El koala duerme 22 horas al día de promedio, dos horas más que el perezoso.

Incluso viajando a la velocidad de la luz tardaríamos 2 millones de años en llegar a la galaxia grande más cercana, Andrómeda.

La temperatura en el Antártico puede descender de golpe hasta -35ºC.

Con más de 2 000 Km. de longitud, el gran arrecife de coral es la estructura viviente más grande de la Tierra.

El desierto más grande del mundo, el Sahara, tiene más de 9 065 000 km2.


El mayor dinosaurio jamás descubierto era el Seismosaurus, que medía más de 30m de altura y pesaba más de 80 toneladas.

El porcentaje de mortalidad por la mordedura de la serpiente mamba negra es del 95%

El sentido del olfato de un perro es mil veces más sensible que el de los humanos.

Los actuales cohetes tripulados tardarían 70.000 años en llegar a las estrellas más cercanas.

Los relámpagos pueden llegar a medir 30 millas (48 Km) de largo, y su espesor es menor que una pulgada (2,54 cm) y alcanzan una temperatura mayor que la de la superficie del sol.

El medio de transporte más peligroso es la bicicleta. Y La forma más segura de transporte es el ascensor.

Contando desde el primer accidente mortal de un automóvil (hace más de 100 años) hasta la fecha, han muerto 25 millones de personas.

La Estación Espacial Internacional pesa cerca de 500 toneladas y tiene las dimensiones de un campo de fútbol.

Cada vaca doméstica emite aproximadamente 150 Kgs de metano al año.
Los colibríes consumen la energía equivalente a la mitad de su peso corporal en comida al día.

La velocidad más alta registrada por un tren fue de 574,7 Km/h, lograda por el TGV francés.

La velocidad más alta alcanzada por una bicicleta es de 166,94 millas/hora (268,6 Km/h), lograda por Fred Rompelburg.
Los camellos resisten 17 días sin beber en condiciones de calor extremo.
Las 10 montañas más altas del mundo se encuentran en el Himalaya.

Una rana venenosa adulta de la especie colombiana “Dardo Dorado” posee tantas toxinas como para matar 1.000 humanos. Una lista de los animales mas venenosos se encuentra aquí

Las lombrices de tierra poseen cinco pares de corazones, en la parte delantera de sus cuerpos.

Un corazón humano late 100.000 veces al día, a lo largo de su vida, un humano bombea tanta sangre como para llenar 100 piscinas. Cada corazón bombea en cada latido 1/15 de pinta (0,43 litros) de sangre.
La palma talipot tarda 100 años en florecer, y después muere.

La llamada de la ballena jorobada produce un sonido más alto que el del Concorde y puede ser escuchado a 926 Km. de distancia.

Alrededor de mil billones de neutrinos del Sol habrán atravesado tu cuerpo mientras lees esta frase.

Chistes intelectuales


Pregunta: ¿2 + 2 = ?
Respuestas:
Ingeniero : 3.9968743
Físico : 4.000000004 ± 0.00000006
Matemático : Espere, solo unos minutos más, ya he probado que la
solución existe y es única, ahora la estoy acotando...
Filósofo : ¿Qué quiere decir 2+2?
Lógico : Defina mejor 2+2 y le responderé.
Contador: "Y bueno, ¿cuánto querés que sea?"

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La tasa de natalidad es el doble que la tasa de mortalidad; por lo tanto, una de cada dos personas es inmortal.

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En Nueva York un hombre es atropellado cada diez minutos. ¡El pobre tiene que estar hecho polvo!


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La probabilidad de tener un accidente de tráfico aumenta con el tiempo que pasas en la calle. Por tanto, cuanto mas rapido circules, menor es la probabilidad de que tengas un accidente.

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¿Qué le dice la curva a la tangente ?
- ¡No vuelvas a tocarme!.

Sentimientos de insatisfacción




Se dice que los dinosaurios se extinguieron porque evolucionaron por un camino equivocado: mucho cuerpo y poco cerebro, grandes músculos y poco conocimiento.

Algo parecido amenaza al hombre que desarrolla en exceso su atención hacia el éxito material, mientras su cabeza y su corazón quedan cada vez más vacíos y anquilosados. Quizá gozan de un alto nivel de vida, poseen notables cualidades, y todo parece apuntar a que deberían sentirse muy dichosos; sin embargo, cuando se ahonda en sus verdaderos sentimientos, con frecuencia se descubre que se sienten profundamente insatisfechos. Y la primera paradoja es que ellos mismos muchas veces no saben explicar bien por qué motivo.

En algunos casos, esa insatisfacción proviene de una dinámica de consumo poco moderado. Llega un momento en que comprueban que el afán por poseer y disfrutar cada día de más cosas sólo se aplaca fugazmente con su logro, y ven cómo de inmediato se presentan nuevas insatisfacciones ante tantas otras cosas que aún no se poseen. Es una especie de tiranía (que ciertas modas y usos sociales facilitan que uno mismo se imponga), y hace falta una buena dosis de sabiduría de la vida para no caer en esa trampa (o para salir de ella), y evitarse así mucho sufrimiento inútil.

En otras personas, la insatisfacción proviene de la mezquindad de su corazón. Aunque a veces les cueste reconocerlo, se sienten avergonzadas de la vida que llevan, y si profundizan un poco en su interior, descubren muchas cosas que les hacen sentirse a disgusto consigo mismas (y eso les lleva con frecuencia a maltratar a los demás, por aquello de que quien la tiene tomada consigo mismo, la acaba tomando con los demás).

En cambio, quien ha sabido seguir un camino de honradez y de verdad, desoyendo las mil justificaciones que siempre parecen encubrir cualquier claudicación ("lo hace todo el mundo", "se trata sólo de una pequeña concesión excepcional", "no hago daño a nadie", etc.), quien logra mantener la rectitud y rechazar esas justificaciones, se sentirá habitualmente satisfecho, porque no hay nada más ingrato que convivir con uno mismo cuando se es un ser mezquino.

Otras veces, la insatisfacción se debe a algún sentimiento de inferioridad. Otras, tiene su origen en la incapacidad para lograr dominarse a uno mismo, como sucede a esas personas que son arrolladas por sus propios impulsos de cólera o agresividad, por la inmoderación en la comida o la bebida, etc., y después, una vez recobrado el control, se asombran, se arrepienten y sienten un profundo rechazo de sí mismas.

También las manías son una fuente de sentimientos de insatisfacción. Si se deja que arraiguen, pueden llegar a convertirse en auténticas fijaciones que dificultan llevar una vida psicológicamente sana. Además, si no se es capaz de afrontarlas y superarlas, con el tiempo tienden a extenderse y multiplicarse.

Algo parecido podría decirse de las personas que viven dominadas por sentimientos relacionados con la soledad, de los que suele costar bastante salir, unas veces por una actitud orgullosa (que les impide afrontar el aislamiento que padecen y se resisten a aceptar que estén realmente solas), otras porque no saben adónde acudir para ampliar su entorno de amistades, y otras porque les falta talento para relacionarse.

Incluso personas con una intensa vida social también pueden sentirse a veces muy solas e insatisfechas: quizá porque su exuberante actividad puede ser superficial y encubrir una soledad mal resuelta; o porque sus contactos y relaciones pueden estar mantenidos casi exclusivamente por interés; o porque son personas de fama o de éxito, y perciben ese trato social como poco personal, o como adulación; etc. Y también puede suceder lo contrario, y una soledad puede ser sólo aparente: hay personas que creen importar poco a los demás, y un buen día sufren algo más extraordinario y se sorprenden de la cantidad de personas que les ofrecen su ayuda (la satisfacción que sienten entonces da una idea de la importancia de estar cerca de quien pasa por un momento de mayor dificultad).

En cualquier caso, saber de dónde provienen los sentimientos de insatisfacción es decisivo para abordarlos con acierto y así gobernar con eficacia la propia vida afectiva.

--Alfonso Aquiló

Evangelio del domingo: Por su nombre



Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm

Comentario al Evangelio del próximo domingo, 14 de noviembre, XXXIII del tiempo ordinario (Lucas 21,5-19):

5 Y como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:
6 «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».
6 «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».
7 Ellos le preguntaron» «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va suceder?».
8 Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El tiempo está cerca". No los sigan
9 Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».
10 Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
11 Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en cielo.
12 Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre,
13 y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
14 Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa,
15 porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
16 Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.
17 Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.
18 Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza.
19 Gracias a la constancia salvarán sus vidas.



* * *



El Evangelio de este domingo nos deja una sensación agridulce, con un cierto desconcierto. Las diversas respuestas de Jesús, indicaban a sus oyentes que todo estaba inacabado, inseguro. Hasta la belleza del Templo era frágil y su solidez amenazada: "no quedará piedra sobre piedra". Surgirán profetas falsos una vez más, llegarán guerras, catástrofes, espantos. Y a los discípulos les dirá: os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante gobernadores por causa de mi nombre. Hasta los más cercanos como padres, hermanos, parientes y amigos, los odiarán, los traicionarán e incluso los matarán por causa de su nombre.

Muchas veces ha surgido la tentación de hacer del Cristianismo una especie de vergel, de tranquilo paraíso donde evadirse de un mundo corrupto y caduco que se empeña en no vivir "como Dios manda". Pero el Cristianismo no ha sido regalado por Dios como una "burbuja de paz". De hecho, los mejores hijos de la Iglesia han tenido que sufrir persecución, incomprensión y martirio de tantos modos, como la prolongación en la historia de aquél por mi nombre del que nos habla hoy el Evangelio. Vivir en su Nombre, diciendo su Nombre, siendo su Nombre.

Jesús y el Cristianismo no son un sedante para nuestras molestias sociales, ni un barbitúrico para perpetuar privilegios. No provocan alucinaciones sino compromisos. Los cristianos somos llamados a pertenecer a la historia de Aquel que fue anunciado como "signo de contradicción", y que vino a traer el fuego y la espada, es decir portador de la Luz y portavoz de la Verdad en un mundo que con demasiada frecuencia pacta con la oscuridad y la mentira.

Pero este Evangelio, aunque duro, no es desesperanzador. Nos dice Jesús: "no les tengáis miedo". Ha prometido darnos palabras y sabiduría para hacer frente a cualquier adversario. Lo que importa es que esa Presencia y esa Palabra por Él prometidas, resuenen y se reflejen en la vida de la comunidad cristiana y en la de cada cristiano particular.

El Cristianismo no es una aventura para fugarse del mundo, sino una urgencia para transformarlo según el proyecto de Dios, en el Nombre del Señor. Los cristianos no son los del eterno poderío o los de la eterna oposición, sino los eternos discípulos del único Maestro. Poniendo lo mejor de nosotros mismos para que en cada rincón de la historia pueda seguir escuchándose la Buena Noticia de Jesús y haciéndose realidad el don inmerecido de su Reino que la Iglesia en cada época no deja de anunciar.

viernes, 12 de noviembre de 2010

La mujer que vuela




- Puedo volar -dice la mujer. Se la ve grande y cansada. Fue bella.
- Trapecista. Una genial trapecista- entiende el director del circo.
- No. Yo vuelo. De verdad
- ¿Con cables invisibles? ¿Con un sistema de imanes, como el mago David Copperfield?
- Usted no entiende. Como Súperman.
La mujer alza el vuelo y da una vuelta completa alrededor de la carpa.
- Una gran artista. Pero no es este su lugar, señora - el director es sincero y odia tener que rechazar a una gran artista. - Este es un modesto circo de minicuento. Estoy seguro de que tendrá más suerte en una novela de realismo mágico.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Comentario al Evangelio del Domingo 7 de noviembre de 2010



Comentario al Evangelio del próximo domingo, 7 de noviembre, XXXII del tiempo ordinario (Lucas 20,27-38), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca.

Evangelio según san Lucas 20,27-38

Acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la mujer. Entonces, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer.»

Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.

Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven.»



De la mano de San Lucas el año litúrgico va llegando a su fin, y con él también su relato viajero de la subida de Jesús a Jerusalén, término de su vida terrestre. Por eso el tema que nos acompañará en estos tres últimos domingos de nuestro año cristiano, será el tema del paso a la vida nueva.

Es posible que algunas predicaciones sobre los "novísimos" (muerte, juicio, eternidad) se hayan hecho inadecuadamente, generando más un pánico temeroso que una esperanza serena. La Iglesia, fiel a la herencia de su Señor, no pretende acorralar entre miedos y amenazas la libertad del hombre. No obstante, no por ello puede callarse sobre la suerte feliz o infeliz que a todos nos espera en la tierra definitiva, en ese hogar del Padre Dios en el que Jesús nos ha preparado morada.

Pero no es lo mismo creer en la vida eterna que en la vida larga, y hoy se practica un frenético culto a la vida larga con toda una ascética casi religiosa: aerobic, herbolarios, dietas alimenticias, naturismo... todo lo cual, obviamente, está bien, pero deja de estarlo cuando achata el horizonte existencial del hombre, cuando reduce el aprecio y la pasión por la vida a una cuestión de estética o de cosmética. Confundir la felicidad con una fórmula antiarruga o con un plan adelgazante, es cambiar la eternidad por la longevidad, la casa de Dios por el gimnasio o la sauna, la adhesión a la vida toda por el apego a la mocedad.

Habrá un momento de gran verdad para todos, un momento en el que se veri-ficará (hacer la verdad) nuestra vida: el momento de la muerte. Entonces, desnudos de poses y de intereses creados, podremos veri-ficar aquello que decía san Francisco: "somos lo que somos ante Dios, y nada más" (Admonición 19).

La eternidad ya ha comenzado para nosotros con la vida. Somos inmortales. Vivir teniendo presente este momento significa vivir con la voluntad de no querer improvisarlo como quien se resiste ante un encuentro indeseado pero inevitable. Más bien es vivir en lo cotidiano siendo lo que somos en la mente y en el corazón de Dios, es decir, realizando su diseño, su designio sobre nosotros, su proyecto sobre todos y cada uno. Nuestro corazón nos reclama que las cosas más bellas, las más amadas, empezando por la misma vida y el mismo amor, no tengan ocaso. Este es nuestro destino feliz, bienaventurado y dichoso, que ha comenzado ya aunque todavía no haya llegado a su plena manifestación.