sábado, 8 de mayo de 2010

Reuters: los venezolanos peregrinan en busca de alimentos


Leche, no hay; harina de maíz, tampoco; margarina y aceite de maíz, brillan por su ausencia; azúcar, no hay; carne de res, mucho menos. Ir al mercado en Venezuela supone emprender un largo recorrido.

Los anaqueles de los supermercados, abastos y hasta locales estatales dan cuenta de que algunos productos escasean intermitentemente hace tiempo, levantando críticas sobre la promocionada “soberanía alimentaria” de la revolución socialista del presidente Hugo Chávez.

Pero el Gobierno lo desmiente y algunos funcionarios dicen que se trata de una “campaña mediática” de los opositores para desestabilizar a Chávez, golpeado por una baja de popularidad de cara a unos comicios legislativos en poco meses.
La inflación anualizada en alimentos fue del 23 por ciento, poniendo cada vez más presión en los bolsillos de la gente.

Cada vez más venezolanos se quejan de que tienen que ir de un mercado a otro para adquirir un grupo importante de alimentos básicos y afirman que la variedad de marcas y presentaciones es cada vez menor. Así que hay que conformarse.

“Faltan muchos productos, sobre todo el azúcar, arroz, harina Pan (de maíz precocida) y se consigue lo que haya pero lo que uno en realidad quiere consumir, no lo consigue”, dijo Glenia Ebrat, una ama de casa de 64 años, que acudía al mercado en una urbanización de clase media en Caracas.

“Consigues algo acá y tienes que ir a buscar lo otro en otro abasto o supermercado”, agregó la mujer, quien afirmó que es muy visible la falta de productos derivados del
maíz.

EN NINGUN LADO

El encargado del local, Juan Capontes, dijo que la oferta por parte de los distribuidores ha disminuido en algunos rubros y que cuando los productos llegan vuelan de los estantes. Por el contrario, los precios suben como la espuma.

“¿La inflación? Eso sube todos los meses. Es fácil echarle la culpa al comercio, pero si a mi me venden barato yo vendo barato pero si me venden caro yo vendo caro”, dijo, respondiendo a las acusaciones de algunos funcionarios que dicen que los altos precios son culpa de la especulación.

Los venezolanos, que viven sobre una de las reservas petroleras más grandes del mundo, están azotados por la mayor inflación del continente y una de las más altas del mundo, en momentos en que la economía está hundida en una recesión.

La inflación anualizada en alimentos fue del 23 por ciento, poniendo cada vez más presión en los bolsillos de la gente.

Y pese a que el presidente Chávez suele asegurar que su país será una “potencia mundial” y que su Gobierno lucha para dar alimentos baratos al pueblo, algunos de sus proyectos banderas para hacerlo muestran que está lejos de ello.

“Allí hace falta de todo. Sólo hay arroz y café”, se quejó José Rodríguez saliendo de un PDVAL (mercado estatal), donde predominaban los anaqueles vacíos y las carencias eran disimuladas con latas de leche condensada.

Sí había un poco de café, frijoles negros, harina de maíz, arroz y atún enlatado, pero las neveras estaban vacías: sin leche, embutidos, ni queso y las verduras y hortalizas estaban más que mustias.

“A mí me gustaría que el presidente viniera a ver qué es lo que está pasando realmente en PDVAL. No hay casi nada. El pollo viene a veces y la carne casi nunca”, dijo una de las trabajadoras del mercado, que pidió el anonimato.

Pero Carmen Villalba, de 86 años, estaba feliz.

“Aquí sí hay cosas para los pobres. Yo por 70 bolívares (27 dólares) llevo tres bolsas con arroz, harina y caraotas (porotos) negras (…) eso sí, no hay carne ni pollo”, afirmó.

LA CARNE DE LA DISCORDIA

En las últimas semanas la ausencia de carne de res se ha hecho visible. Los carniceros aseguran que los mayoristas les venden el producto por encima del precio regulado (17,6 y 11,9 bolívares de primera y segunda clase, respectivamente) y que ellos no pueden soportar las pérdidas.

En la mayor parte de las carnicerías y mercados, la carne cuesta el doble del precio regulado (a 14 dólares), pero el reciente arresto de unos quince carniceros en una instalación militar, acusados de especular, desató el temor del sector.

Funcionarios dicen que que están librando una batalla contra los acaparadores, que acumulan inventarios y luego venden los productos con sobreprecio en el comercio informal.

“No estoy vendiendo carne regulada porque pierdo un dineral y tampoco la vendo más cara porque resulta que ahora hasta puedo ir preso. Venderé sólo pollo y algunos cortes de cerdo”, dijo un carnicero.

Varios de ellos aseguraron haber sido extorsionados por funcionarios del instituto de defensa del consumidor que piden “propinas” de al menos 500 dólares o algunos kilos de carne.

Otro clamó para que los militares controlen a los mayoristas de la carne, quienes dicen son los que especulan.

“Aquí se le echa la culpa toda al presidente y él no (es). Tienen que poner al Ejército para que diga, señor, la carne vale tanto y ¿si no? Manda preso al del camión que no cumpla”, dijo el carnicero Joaquín Goncalves.
Funcionarios dicen que que están librando una batalla contra los acaparadores, que acumulan inventarios y luego venden los productos con sobreprecio en el comercio informal.

Para paliar la situación, el Gobierno dijo que importará unas 30.000 reses mensuales desde Brasil, lo que ha sido visto por algunos sectores como un nuevo golpe a la producción nacional para privilegiar a países amigos del presidente.

Y aunque el Gobierno se jacta de haber elevado la producción agropecuaria en 11 años de revolución, gremios privados denuncian que la “recuperación” de latifundios, empresas de alimentos, frigoríficos, centrales azucareras y silos por parte del Estado ha derrumbado la productividad local, poniendo al país a importar cada vez más alimentos.

En un intento por mitigar los problemas de abastecimiento, el Gobierno lanzó el viernes un operativo de “mercados a cielo abierto” para vender a precios subsidiados una amplia gama de productos de primera necesidad, entre ellos todos los que han tenido fallas de suministro en tiempos recientes.

El canal estatal de televisión pasó buena parte del día recorriendo la red de mercados del Estado para mostrar que había gran variedad de productos a precios solidarios y le pedía a los entrevistados hacer llamados para que sus coterráneos acudieran a ellos.

(Por Ana Isabel Martínez, editado por Marion Giraldo)
Reuters

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