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domingo, 30 de mayo de 2010
¿Existen diferencias entre el fascismo, el nazismo y el socialismo?
Por Luis Pazos
Desde los albores de la humanidad, el hombre se ha integrado en comunidades, y a medida que éstas se han hecho más complejas, se han formado grupos que toman a su cargo la dirección de las mismas; esos grupos han tomado el nombre de gobierno del Estado, o simplemente, “el estado”.
De la justificación, existencia y fines del “ente” llamado Estado, se derivarán todas las leyes imperantes en un país.
A través de la historia han existido posiciones que van desde el anarquismo o negación de la autoridad estatal, hasta el totalitarismo, o sea, la idolatría del gobierno del Estado.
En la actualidad existen diferentes corrientes que, aunque con diferentes grados y matices, se pueden reducir a dos tendencias principales:
Primera: Personalista, y del bien común.
1) El Estado existe en cuanto sirve al hombre.
2) El Estado se justifica en cuanto facilita y asegura las relaciones del hombre en sociedad.
3) El hombre por naturaleza es un ser social y el Estado forma parte de la naturaleza social del hombre.
4) Ningún Estado, so pretexto del bienestar de todos, puede vulnerar la individualidad y dignidad de ninguno de sus miembros.
5) El hombre debe someterse a los ordenamientos del Estado, cuando dichos ordenamientos sean necesarios para organizar la vida en sociedad, y siempre y cuando no vulneren sus derechos naturales, como son la propiedad y la libertad.
6) Los fines del Estado son crear las mejores condiciones posibles, materiales y espirituales, para que cada hombre se realice individualmente (bien común).
7) El Estado no puede proponerse realizaciones contrarias a las que beneficien a sus integrantes.
8) El Estado existe por y para el hombre. El Estado es un ente de naturaleza accidental, y quienes detentan el poder estatal no tienen derecho de obligar a la comunidad a trabajar para alcanzar las metas que ellos se fijen en su solo provecho.
Dentro de estas concepciones entran, con diferentes matices y grados de individualismo, las concepciones del mundo cristiano, que tienen como común denominador el dar más valor e importancia de fin último al individuo que al Estado y el respeto a la libertad individual.
Segunda: Colectivista, totalitarista o transpersonalista, y que predica lo siguiente:
1) El gobierno del Estado es un ente superior, mediante el cual los hombres se realizan plenamente.
2) El Estado representa y materializa el bienestar colectivo; por lo tanto, el individuo debe estar supeditado totalmente al Estado.
3) Los hombres obtendrán verdadera libertad adhiriéndose a las metas del Estado. El Estado es quien libera al individuo.
4) El individuo existe para servir a su Estado. Cuando no sirve a su Estado, no merece ningún respeto, y por lo tanto, puede ser despojado de todos sus bienes y hasta de la vida.
En la actualidad, estas concepciones se ven representadas por tres corrientes que, aunque enemigas entre sí, desde el punto de vista filosófico, jurídico y económico tratan de establecer un mismo orden social: el predominio del Estado sobre el hombre, o sea, un Estado totalitario. Dichos sistemas son el Fascismo, el Nacional-Socialismo, y el Socialismo/Comunismo.
Podemos resumir la situación del individuo frente al Fascismo en la siguiente frase de Benito Mussolini:
”Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada, absolutamente nada, contra el Estado”.
En la siguiente cita de Hitler encontramos el papel del individuo en el Nazismo:
”El Estado tendrá que ser el garantizador de un futuro milenario, ante el cual nada significan, y no harán mas que doblegarse, el deseo y egoísmo individuales”.
Las siguientes citas de Lenin muestran cómo, bajo el Socialismo, es el Estado quien dirige y controla todos los aspectos de la vida del individuo:
”Todos los ciudadanos pasan a ser empleados y obreros de un solo consorcio, de todo el pueblo, del Estado…” (se hace sinónimo pueblo de gobierno del estado), “Toda la sociedad será una sola oficina y una sola fábrica, con trabajo igual y salario igual”.
Conclusión:
Tenemos que decidir entre esperar nuestra felicidad y progreso del gobierno del Estado, a costa de nuestra libertad individual, o a forjar nuestro progreso y felicidad sobre la base de nuestra libertad e iniciativas individuales, y asignarle al Estado únicamente el papel de garantizador y protector de las mismas.
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