viernes, 21 de mayo de 2010

La Sagrada Biblia: mi pedacito de hoy. Con un breve comentario.


San Juan 21, 15-19

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: - «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: - «Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: - «Simón, hijo de Juan, ¿me arnas?» Él le contesta: - «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: - «Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: - «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: - «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: - «Sígueme.»

COMENTARIO


Apasiona esta triple pregunta. Y llama la atención la fragilidad de Pedro, tantas veces señalada en los evangelios. Mas en este momento nosotros, contemplando la intimidad de Pedro, nos sentimos cercanos a él, empleando sus mismas palabras. Llenos de profunda melancolía, como él, nos ponemos por entero en las manos del Señor, sabiendo que con él todo nos va a ser posible, pues él conoce cómo, aunque en la inmensa fragilidad que es la nuestra, le queremos. Le queremos por encima de todos y de todo, pero necesitamos su ayuda, incluso para eso, para quererle. Si nos dejara de su mano, ¿qué sería de nosotros? Hasta esto que es la esencia misma de nuestro ser, el quererle, quedaría reducido a nada. Todo en nosotros nos lleva a él, pero parece que hasta eso se nos hace pura cuesta arriba. Y hacemos no lo que queremos, sino lo que no queremos.

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