sábado, 1 de enero de 2011

El tubo fluorescente

Sea breve por favor, dijo el fiscal, ¿por qué mató a su jefe? La culpa la tuvo el parpadeo intermitente de la lámpara estropeada, confesé, toda la mañana apagándose y encendiéndose, como si estuviéramos en una discoteca. No le aplasté la cabeza con la pantalla del ordenador por los veinte años de vejaciones, ni por las promesas incumplidas de subidas de sueldo, ni por las horas extras sin cobrar. No. El motivo no fue otro que su negativa a dejarme salir diez minutos para comprar un maldito tubo fluorescente. ---Mat

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