martes, 13 de abril de 2010

La relación sadomasoquista entre Castro y Chávez






Gustavo Coronel
Noticiero Digital
Abril 12, 2010

Los libros de psiquiatría política, una rama aún incipiente de la ciencia que estudia los comportamientos aberrantes de los líderes políticos, le dedicarán en un futuro extensos capítulos a la relación morbosa que ha existido en estos años entre Fidel Castro y Hugo Chávez. Aún para quienes no somos psiquiatras es evidente que existe entre estos dos personajes una relación que no es normal. No es una simple relación de mutua admiración sino una relación de franca dependencia, en la cual Chávez aparece como el socio adorador, admirador, ensalzador, elogiador y donante y Castro se muestra como el socio adorado, admirado, ensalzado, elogiado y donado. En estos quince años de estrecha relación todas las ofrendas han ido desde Caracas hacia La Habana, mientras que los actos de dominio, paternalistas o abiertamente sádicos, han fluido desde La Habana hacia Caracas.


Los psiquiatras parecen estar de acuerdo en que toda relación entre un dominador y un dominado es sadomasoquista. Pero, cuidado! Esta relación no tiene porque poseer un componente sexual. Deseo dejar esto muy en claro, para no meterme en problemas. Existe cuando el socio dominante, en este caso Fidel Castro, goza al ver la humillación del socio dominado, Hugo Chávez.

Cuales son las características del dominado en la relación? : los sentimientos negativos, la baja auto-estima, el deseo de ofender a terceros porque se siente secretamente avergonzado de su lamebotismo, la insistencia en la pobreza y las privaciones como filosofía de la vida para otros, no para él y la nostalgia por los antecesores, a quienes idealiza y dota de cualidades heroicas imaginarias (Maisanta).

El cerebro de los sádicos registra placer con la dominación mientras que el cerebro del masoquista registra placer con el sufrimiento. En el caso del binomio Castro-Chávez el humillado siente la necesidad de hacerle ofrendas repetidas al dominador, para mostrar su dependencia, su sumisión. Le hace honores, lo celebra incesantemente, le agasaja en su cumpleaños con bombos y platillos, le regala lo que es ajeno, le permite que invada su territorio (el equivalente no-sexual del manoseo) porque sabe que eso le causará placer al amo.

Por su parte, quien humilla se regocija en silencio. El silencio es parte importantísima de la condición sádica. Mientras el masoquista siente la imperiosa necesidad de hablar incesantemente, el sádico calla, porque con su silencio reafirma su poder frente al balbuceante masoquista. El masoquista interpreta el silencio del sádico como desaprobación y ello lo lleva a seguir hablando. La simple locuacidad es remplazada por la logorrea coprolálica.

De allí que cuando el sádico finalmente se digna decir algo, el masoquista goza, no importa si lo que oye es mentira y él lo sepa. Recordemos lo que decía Olga Guillot con su voz maravillosa: “Miénteme más, que me hace tu maldad sufrir (gozar)”.

La relación sadomasoquista entre Castro y Chávez le ha dado inmensos dividendos a Castro y ha colocado a Chávez en un estado de perpetua sumisión frente al Cubano. Ello ha resultado muy costoso para Venezuela, ya que las ofrendas que el humillado hace incesantemente son jirones de nuestro patrimonio que nunca volverán. Petróleo, casas, plantas eléctricas, carreteras, refinerías, han caminado hacia La Habana durante estos años, unos $15-20.000 millones de dólares que nunca más veremos. Como pago hemos recibido entrenadores deportivos, guardaespaldas, espías, burócratas, militares y asesinos. Esto es así porque la relación sadomasoquista es muy asimétrica. El sádico recibe cien y le da cinco al masoquista, mendrugos para mantenerlo en estado de adoración.

En la Venezuela de nuestros días esta relación se ha transferido de manera muy perversa. El masoquista con relación a Castro se ha convertido en sádico con relación a nuestro pueblo. De esta manera obtiene un doble goce, el de ser humillado por Castro y el de humillar a su pueblo. Ha logrado, con sus actitudes musolínicas, imponerse a muchos venezolanos poco ilustrados como un ser superior, de quien emana un poder supremo para decretar felicidades. El problema es que estas felicidades siempre son decretadas a futuro: haremos, construiremos, limpiaremos, combatiremos. Ha hecho desaparecer el hoy para convertirlo en un mañana eterno. Y hay quienes gozan con esto. Saben que ese mañana nunca llegará pero en sus cabecitas oyen cantar a Olga Guillot: “Miénteme más, que me hace tu maldad sufrir (gozar)”.

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