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viernes, 3 de diciembre de 2010
Lectio Divina. Domingo 2o. de Adviento Adviento. Oración con el Evangelio. Ciclo A. Autor: P. Martin Irure | Fuente: Catholic.net Mt 3, 1-12 1.
1. INVOCA
# Me dispongo a entrar en el ambiente de la oración, de escuchar la Palabra, el mensaje que el Padre me da al entregarme su Verbo, su Palabra.
# El Espíritu viene a mí, como aquella vez vino sobre María. Y quedó fecundada por la Palabra. Es el mismo Espíritu que viene y que fecunda la Palabra en mí.
# Orar es dejarle a Dios decirme que me ama tal como soy (A. López Baeza).
# Invocamos al Espíritu: Veni, Sancte Spiritus:
Ven, Espíritu Santo,
te abro la puerta,
entra en la celda pequeña
de mi propio corazón,
llena de luz y de fuego mis entrañas,
como un rayo láser opérame
de cataratas,
quema la escoria de mis ojos
que no me deja ver tu luz.
Ven. Jesús prometió
que no nos dejaría huérfanos.
No me dejes solo en esta aventura,
por este sendero.
Quiero que tú seas mi guía y mi aliento,
mi fuego y mi viento, mi fuerza y mi luz.
Te necesito en mi noche
como una gran tea luminosa y ardiente
que me ayude a escudriñar las Escrituras.
Tú que eres viento,
sopla el rescoldo y enciende el fuego.
Que arda la lumbre sin llamas ni calor.
Tengo la vida acostumbrada y aburrida.
Tengo las respuestas rutinarias,
mecánicas, aprendidas.
Tú que eres viento,
enciende la llama que engendra la luz.
Tú que eres viento, empuja mi barquilla
en esta aventura apasionante
de leer tu Palabra,
de encontrar a Dios en la Palabra,
de encontrarme a mí mismo
en la lectura.
Oxigena mi sangre
al ritmo de la Palabra
para que no me muera de aburrimiento.
Sopla fuerte, limpia el polvo,
llévate lejos todas las hojas secas
y todas las flores marchitas
de mi propio corazón.
Ven, Espíritu Santo,
acompáñame en esta aventura
y que se renueve la cara de mi vida
ante el espejo de tu Palabra.
Agua, fuego, viento, luz.
Ven, Espíritu Santo. Amén. (A. Somoza)
2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Mt 3, 1-12)
Contexto bíblico
# El texto nos presenta la figura de Juan Bautista. Juan fue un personaje importante. El historiador judío Flavio Josefo le dedica más atención que al mismo Jesucristo.
# Juan aparece en el desierto, lugar de penitencia y de preparación para entrar en la tierra prometida. Recuérdese la travesía por el desierto del pueblo de Israel. Juan Bautista se ubica en las orillas del río Jordán, de tantos recuerdos religiosos del pueblo de Israel.
# Juan podía haberse quedado en Jerusalén, como sucesor de su padre Zacarías, sacerdote del templo. Rompe con aquella tradición secular y venerada. Y se retira al desierto.
# En el ambiente del: desierto, Jordán, alejado de Jerusalén, en renuncia a su ejercicio sacerdotal, aparece la enorme figura del Bautista.
1. La figura y misión de Juan
# Mateo, en su interés por demostrar que las profecías se cumplen en los tiempos mesiánicos, aplica a Juan el Bautista las palabras de Isaías: Voz del que grita en el desierto: `Preparen el camino del Señor; nivelen sus senderos´ (v. 3). La Palabra antigua se actualiza en este momento en la figura de Juan. Como sucederá con Jesús, cuando se presenta en la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 14-21). La palabra siempre es actual.
# La predicación de Juan es la más parecida a Jesús, según Mateo. Es la predicación más cristiana. Resume su mensaje inicial con las mismas palabras que retomará después Jesús: Conviértanse, porque está llegando el Reino de los cielos (Mt 3, 2; Mt 4, 17).
# Lucas presenta a Juan como el último profeta del AT (Lc 16, 16). Para Mateo (11, 1-19), el Bautista inaugura la llegada del Reino de Dios y su actuación es signo evidente del Reino.
# Figura austera la de Juan, que ha roto con la religiosidad oficial y está presentando mensajes nuevos de conversión.
2. El mensaje de Juan Bautista
a) Conviértanse (v. 2). Juan pide un cambio radical, que afecta a todo la persona y a todas las direcciones de su actuación. No es un cambio superficial y pasajero. Es a fondo y definitivo.
b) Porque está llegando el Reino de los cielos (v. 2). Es la expresión típica de Mateo para no herir a los judíos, que evitaban pronunciar el nombre de Dios.
- El Reino de Dios quiere decir que el Señor va a estar presente en la sociedad. Con Jesús, Dios comienza a establecer su Reino, al tratar a todos como hijos de Dios y como hermanos, borrando las fronteras de separación, marginación e injusticia.
c) No piensen que basta decir: "Somos descendientes de Abrahán " (v. 9). Esto va dirigido a los fariseos (v. 7) y a aquellos que procedan de modo parecido a ellos. El Reino de Dios es para todos, no para un pueblo en exclusiva. Ni siquiera vale decir: "Soy cristiano". En consecuencia, Dios me “tiene que dar” lo que le pido y, también, la salvación. El fariseísmo consiste en creerse con derecho a: obtener los favores que a Dios le pido, librarme de los problemas porque “soy bueno”, y creerme con derecho a la salvación “por mis méritos”. ¡Esto es puro fariseísmo!
d) Den frutos que prueben su conversión (v. 8). “Obras son amores y no buenas razones”. La verdadera conversión se manifiesta en las obras. No basta con evitar el mal, el pecado. Hay que hacer el bien. No basta con una conversión superficial. Tiene que ser desde el interior, en las actitudes.
e) Todo árbol que no dé fruto va a ser cortado y echado al fuego (v. 10). No es cuestión de pensar que Dios va a castigarnos, sino que viene a colaborar con nosotros en la poda necesaria de nuestros vicios y pecados. Que Dios sea justo quiere decir que es liberación (salvación), que hace justicia a los pobres, y que el hijo de Dios debe proceder de igual modo.
f) Yo los bautizo con agua... (v. 11). Pero, él los bautizará con Espíritu Santo y fuego (v. 11). El bautismo de Jesús, sacramento para nosotros, es la presencia del Espíritu del Resucitado en nosotros. Es el Pentecostés en el cristiano. Para quemar y purificar lo desviado y para animar y potenciar lo bueno. El Mesías actuará con poder y justicia. Jesús, al morir, nos entrega su Espíritu (Jn 19, 30).
g) Preparen el camino al Señor (v. 3). Quiten los obstáculos personales que impiden que Dios-Amor venga. Que Dios-humanidad venga a transformar nuestros modos humanos en el misterio humano-divino de Jesucristo, hombre y Dios.
3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
# Ir al desierto, lugar teológico de salvación, desprendiéndose de lo superfluo, con la esperanza puesta en la patria que es Jesús: cielos nuevos, tierra nueva.
# Pasar por el río Jordán, renovando nuestro bautismo en Espíritu y fuego. Arder al calor del Espíritu de Jesús, para ser en Él hijos amados del Padre (Mt 3, 17).
# Preparar el camino al Señor. Ser profeta y evangelizador. Ser Evangelio vivo de Jesús, Buena Noticia de esperanza y salvación para tanta gente desesperanzada.
4. ORA
Suscita en nosotros, Señor, el deseo vivo de una verdadera conversión. Hemos recorrido muchos caminos, que no conducen a la vida. Hemos cruzado por muchos lugares, que nos han dejado heridas de pecado en nuestro interior. Queremos pasar por las aguas del Jordán, santificadas por tu presencia, Jesús. Renuévanos, Señor, con tu Espíritu y arderá nuestro corazón en la hoguera de tu amor.
5. CONTEMPLA
# A Jesús que nos anuncia el Reino del Padre.
# Su amor, su justicia, su salvación. Que derrama abundantemente sobre nosotros el Espíritu de fortaleza, que ahuyenta toda cobardía.
6. ACTÚA.
Qué resuene en su interior. Conviértete, porque está cerca el Reino de los cielos.
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