Tiempo Ordinario Ciclo C. Oración con el Evangelio.
Autor: P. Martín Irure | Fuente: Catholic.net
Lc 12, 32-48
Necesidad de la vigilancia
Luc 12:32 Dijo Jesús a sus discípulos: <
Luc 12:34 Porque donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
Luc 12:35 Tened ceñidas vuestras cinturas y encendidas las lámparas,
Luc 12:36 y estad como quienes aguardan a su amo cuando vuelve de las nupcias, para abrirle al instante en cuanto venga y llame.
Luc 12:37 Dichosos aquellos siervos a los que al volver su amo los encuentre vigilando. En verdad os digo que se ceñirá la cintura, les hará sentar a la mesa y acercándose les servirá.
Luc 12:38 Y si viniese en la segunda vigilia o en la tercera, y los encontrase así, dichosos ellos.
Luc 12:39 Sabed esto: si el dueño de la casa conociera a qué hora va a llegar el ladrón, no permitiría que se horadase su casa.
Luc 12:40 Vosotros estad también preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre.
Luc 12:41 Y le preguntó Pedro: -Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?
Luc 12:42 El Señor respondió: -¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el amo pondrá al frente de la casa para dar la ración adecuada a la hora debida?
Luc 12:43 Dichoso aquel siervo a quien su amo cuando vuelva encuentre obrando así.
Luc 12:44 En verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.
Luc 12:45 Pero si ese siervo dijera en sus adentros: "Mi amo tarda en venir", y comenzase a golpear a los criados y criadas, a comer, a beber y a emborracharse,
Luc 12:46 llegará el amo de aquel siervo el día menos pensado, a una hora imprevista, lo castigará duramente y le dará el pago de los que no son fieles.
Luc 12:47 El siervo que, conociendo la voluntad de su amo, no fue previsor ni actuó conforme a la voluntad de aquél, recibirá muchos azotes;
Luc 12:48 en cambio, el que sin saberlo hizo algo digno de castigo, recibirá pocos azotes. A todo el que se le ha dado mucho, mucho se le exigirá, y al que le encomendaron mucho, mucho le pedirán>>.
Biblia EUNSA
"Es Palabra del Señor"
"Gloria a ti Señor Jesús"
1. INVOCA
# Prepara tu ánimo para entrar en el diálogo con el Señor: escuchar su Palabra y responder generosamente y vivir su enseñanza y su seguimiento.
# Sé consciente de lo que vas a realizar en este tiempo de oración. Ingresa con fe y confianza en este encuentro con el Padre, con Jesús, en el Espíritu.
# Orar es: disfrutar del Amor que Dios te tiene. Sólo hace falta que te abandones, como Jesús, en las manos del Padre. Desde tu situación de gozo o de sufrimiento que en este rato experimentas.
# Orar es: reconocer el rostro y la presencia de todo un Dios en tu vida, para decirte que te ama siempre y que está esperando tu respuesta de amor y confianza en Él.
# Invoca al Espíritu: Veni, Sancte Spiritus
Ven, Espíritu Santo,
te abro la puerta,
entra en la celda pequeña
de mi propio corazón,
llena de luz y de fuego mis entrañas,
como un rayo láser opérame
de cataratas,
quema la escoria de mis ojos
que no me deja ver tu luz.
Ven. Jesús prometió
que no nos dejaría huérfanos.
No me dejes solo en esta aventura,
por este sendero.
Quiero que tú seas mi guía y mi aliento,
mi fuego y mi viento, mi fuerza y mi luz.
Te necesito en mi noche
como una gran tea luminosa y ardiente
que me ayude a escudriñar las Escrituras.
Tú que eres viento,
sopla el rescoldo y enciende el fuego.
Que arda la lumbre sin llamas ni calor.
Tengo la vida acostumbrada y aburrida.
Tengo las respuestas rutinarias,
mecánicas, aprendidas.
Tú que eres viento,
enciende la llama que engendra la luz.
Tú que eres viento, empuja mi barquilla
en esta aventura apasionante
de leer tu Palabra,
de encontrar a Dios en la Palabra,
de encontrarme a mí mismo
en la lectura.
Oxigena mi sangre
al ritmo de la Palabra
para que no me muera de aburrimiento.
Sopla fuerte, limpia el polvo,
llévate lejos todas las hojas secas
y todas las flores marchitas
de mi propio corazón.
Ven, Espíritu Santo,
acompáñame en esta aventura
y que se renueve la cara de mi vida
ante el espejo de tu Palabra.
Agua, fuego, viento, luz.
Ven, Espíritu Santo. Amén. (A. Somoza)
2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Lc 12, 32-48) (Qué dice la Palabra de Dios)
1. No teman, pequeño rebaño (v. 32)
# En versículos anteriores del mismo capítulo 12, hemos leído y meditado (domingo 18) la enseñanza de Jesús sobre las riquezas: precaución para no confiar en ellas y poner el corazón en los bienes verdaderos.
# En el texto de este domingo, Jesús nos anima a poner toda la confianza en Él, que es el único y total Bien.
# La confianza ha de brotar de sentirnos siempre en las manos del Padre, que nos ha dado la vida, nos cuida siempre y nunca nos deja abandonados. Somos valiosos para Él. Somos el centro de su atención y de su Amor infinito. Nunca nos deja solos.
# Porque su Padre ha querido darles el reino (v. 32). El reino es Él mismo. Y así nos señala un destino glorioso para ser semejantes a su hijo Jesús, el Hijo siempre amado. El reino es el proyecto de crearnos, pensar en nosotros y amarnos antes de la creación del mundo (Ef 1, 4 -5).
# No hemos de dar entrada en nuestra vida al temor y al miedo. ¡Menos al Padre que nos ama tanto! En el amor no hay lugar para el temor. Al contrario, el amor perfecto destierra el temor (1 Jn 4, 18). Somos amados siempre por el Padre, por Jesús, en el Espíritu. ¡No hay que temer!
2. Estén preparados (v. 35)
# Para vivir confiados en el Señor, para tener puesto el corazón en los verdaderos valores del Reino, Jesús nos anima a permanecer siempre vigilantes. Es la actitud que corresponde a los siervos frente a su señor. Vigilancia quiere decir: poner los ojos, la atención y toda la persona en lo que merece la pena. Y para el discípulo de Jesús, significa estar siempre atentos a su enseñanza y a realizar el proyecto del Padre en nosotros mismos.
# Estén preparados (v. 35). El que espera algo importante debe permanecer en vela, en vigilia. Es la invitación concreta que nos hace Jesús a estar siempre despiertos a la espera de su venida, con sus dones de amor y de salvación. El Señor viene constantemente, cuando menos se lo espera. De ahí, la necesidad de estar siempre vigilantes y preparados. No viene para sorprender, ni menos para castigar. Viene para colmarnos de bienes, de felicidad, de gozo, para invitarnos al banquete de su inmenso amor.
# La expectativa por el Señor que viene no queda en una actitud pasiva. Se refiere a un estilo de vida, a una actitud permanente de toda la persona y en todo momento, para estar suspirando por la venida definitiva del Señor. Estar precavidos y abiertos para que el paso del Señor se convierta en una situación permanente de “estar con Él siempre”.
# La venida del Señor no es para dejarnos tranquilos y echarnos a dormir. Es, al mismo tiempo, una actitud de paz y bienestar y un deseo de que su venida se convierta en la venida y encuentro definitivos. El tiempo de la espera ha de convertirse en tiempo de: crecimiento, servicio, responsabilidad, fidelidad, amor. Con el Señor en nuestro tiempo, vamos preparando la llegada del Señor definitiva y total.
3. ¡Dichoso ese criado si, al llegar su señor, le encuentra haciendo lo que debe! (v. 43)
# Es otra bienaventuranza proclamada por Jesús. La fidelidad temporal en la espera y en el servicio lleva a la felicidad total y eterna. El Señor nos ha confiado sus tesoros, su misma vida. Hemos de portarnos como buenos administradores. No es sólo la dicha de superar los sufrimientos y las persecuciones. Es la bienaventuranza prometida a quien dedica esta vida a lo fundamental: vivir y hacer vivir el proyecto, el Reino de Dios.
# Es la invitación y el gozo de emprender y realizar la misión encomendada por el Señor: transformar la historia personal y la del prójimo en historia de salvación, por el fermento del Evangelio.
# Es la bienaventuranza del siervo, del hijo, que, guiado e impregnado del Amor de Dios, dedica toda su vida a hacer fructificar en sí y en los otros la vida del Reino, el Amor compartido, el gozo de vivir y hacer la voluntad del Padre.
# El Señor no se cansa de pedirnos cada vez más. Pero, es cierto, que con cada respuesta dada, aumenta el gozo de compartir su gloria y su proyecto. Ya no nos trata como siervos sino como amigos. En adelante, ya no los llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora, los llamaré amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí a mi Padre (Jn 15, 15). ¡Éste es el gozo de llamarnos y ser amigos, hijos del Padre! ¡Hemos ingresado en la intimidad de la amistad y de la filiación del Padre, con Jesús!
3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
# La Palabra me orienta sobre mi responsabilidad en la vivencia de mi vocación como hijo de Dios. Ya no soy siervo. Soy amigo e hijo de Dios Padre. Mi respuesta tiene que ser de amor.
# Mi tarea no es cumplir unos mandamientos, unos preceptos, unas leyes. Yo estoy en la tierra para recibir abundantemente el Amor del Padre, que me regala en Jesús, en el Espíritu. Y, en consecuencia, responder al Padre, con Jesús y el Espíritu, a ese gran Amor.
# Jesús me ha dicho claramente que soy hijo querido del Padre, como Él. ¡Gracias Jesús, por esta magnífica revelación! ¡Gracias, Espíritu, porque Tú me infundes la vida auténtica! ¡Gracias, Jesús, porque has venido a manifestarme y a regalarme la misma vida de la Trinidad!
4. ORA (Qué le respondo al Señor)
# Jesús, eres Tú la Luz en mi camino. Tú me acompañas siempre y me das la mano para vivir lo mejor posible el proyecto del Padre: Venga tu Reino.
# Jesús, Tú me enseñas a vivir con responsabilidad la vocación y la condición de hijo de Dios. Tú aceptaste en todos los momentos tu condición de ser humano como nosotros, para realizar el plan de salvación. Tú te comportaste siempre como Hijo fiel y entregado al Padre.
# Haz que aprenda a seguir tus huellas y tu ejemplo, para ser como Tú, hijo fidelísimo del Padre.
5. CONTEMPLA
# Al Padre que, desde su amor, me invita a ser feliz en la respuesta, con mis obras, a su gran Amor.
# A Jesús, que ha venido a recorrer nuestro camino y a ayudarnos en todo momento.
# A mi mismo, que con frecuencia me desanimo en seguir adelante en el camino emprendido.
6. ACTÚA
# Me sentiré alegre porque el Señor me ha elegido para vivir de su Amor y demostrarle con mi conducta.
# Repetiré: En tus manos, Padre, encomiendo mi presente y mi futuro.
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