sábado, 16 de octubre de 2010

Lectio Divina. Domingo 29o. Tiempo Ordinario Tiempo Ordinario Ciclo C. 17 de octubre de 2010


Oración con el Evangelio.
Autor: P. Martín Irure | Fuente: Catholic.net



1. INVOCA

# Vas a escuchar al Señor, que te va a decir su mensaje por medio de su Palabra.
# Libérate de tus preocupaciones, planes y proyectos. Lo más importante para ti ahora es estar con el Señor.
# Sé consciente del regalo que Dios quiere hacerte en este rato. Seguro que es lo mejor que te va a ocurrir (te ha ocurrido) en este día.
# Al Espíritu, que te va a inspirar y animar, le expones tu anhelo de sentirte amado e impulsado por él, para comprender la Palabra y llevarla a la práctica.
# Recitemos todos: Señor, ¿a quién iremos?

Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?

A la voz de tu aliento
se estremeció la nada;
la hermosura brilló
y amaneció la gracia.

Señor, ¿a quién iremos,
si nos falta tu habla?

Nos hablas en las voces
de tu voz semejanza:
en los gozos pequeños
y en las angustias largas.

Señor, ¿a quién iremos,
si nos falta tu Palabra?

En los silencios íntimos
donde se siente el alma,
tu clara voz creadora
despierta la nostalgia.

¿A quién iremos, Verbo,
entre tantas palabras?

Al golpe de la vida,
perdemos la esperanza;
hemos roto el camino
y el roce de tu planta.

¿A dónde iremos, dinos,
Señor, si no nos hablas´?

¡Verbo del Padre, Verbo
de todas las mañanas,
de las tardes serenas,
de las noches cansadas!

¿A dónde iremos, Verbo,
si tú eres la Palabra? Amén.


2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Lc 18, 1-8) (Qué dice la Palabra de Dios)

Contexto

# Lucas nos relata cómo Jesús va enseñando puntos importantes a sus discípulos, mientras van de camino a Jerusalén. En el relato anterior, enseñó a sus discípulos de entonces (y a nosotros ahora) a ser agradecidos a los dones que Dios nos regala. Sobre todo, el don de su propia vida que nos la da para ser sus hijos.
# Los versículos anteriores (17, 20-37), Jesús les habla del fin del mundo. Y Lucas, al escribir su evangelio hacia el año 80, intenta responder a los cristianos que estaban inquietos por la segunda venida del Mesías.
# En el texto de hoy nos habla Jesús de la necesidad de la oración, tema preferido de Lucas en su evangelio.

Texto

# Para inculcarles la necesidad de orar, siempre, sin desanimarse (18, 1). Aquí está la síntesis de la enseñanza de Jesús. Nos exhorta a seguir orando, sin desmayo, sin caer en la desesperanza.
# Lucas narra la parábola del juez y de la viuda. Parecida a aquella parábola del amigo que va a la casa de otro amigo de noche en busca de pan (Lc 11, 5-8).

1. Los personajes

# Son un juez que no respeta a nadie y una viuda, pobre e indefensa. La viuda era, en ese entonces, una persona desamparada y desprotegida.
# El que debería administrar justicia es una persona malvada e insensible al dolor ajeno. Pues, no hace caso a la mujer que le pedía hiciera justicia contra sus enemigos.
# El juez obra, en definitiva, no por motivos humanitarios sino por alejar de sí a una persona importuna y molesta.
# La conclusión que se extrae de la parábola es: si este juez inicuo atiende a la viuda, mucho más escuchará Dios las oraciones de los fieles que se encuentran en necesidad.

2. El silencio y la respuesta de Dios

# Con frecuencia, en nuestras súplicas, nos sentimos como que Dios no escucha nuestra oración. Y el grito nos sale espontáneo y doloroso: ¿Dónde estás, Dios? ¿Por qué no remedias mi situación?
# La respuesta nos la da el mismo Jesús: Dios les (a sus elegidos, que claman a él día y noche) hará justicia inmediatamente (vs. 7 y 8).

3. La fe nos lleva a la confianza total

# Jesús insiste, una vez más, en la confianza total y absoluta en Dios. Ésta es la clave para nuestra oración: constancia y confianza.
# No entendemos los misteriosos caminos de Dios. Queremos que Dios obre según nuestro modo de pensar y de planear. Cambiamos la petición del Padrenuestro: Que Dios haga mi voluntad.
# A veces, nuestros desahogos y lamentaciones con Dios son legítimos, pues con Él tenemos confianza, aunque sea para eso: para lamentarnos. No es lo mismo “quejarnos ante Dios que quejarnos de Dios”. También los estudiosos de la Biblia distinguen entre lamentaciones y quejas. La lamentación se origina desde la confianza en Dios. La queja es un modo de achacar a Dios lo que nos sucede. Jesús se lamentó ante su Padre: ¿Por qué me has abandonado? Pero nunca se quejó.

4. La oración nos pone en las manos de Dios

# ¡Cuántas cosas queremos conseguir pidiéndolas a Dios! A veces, para ocultar nuestra pereza... A veces, pedimos cosas materiales.
# Lo importante de la oración es: confiar, abandonarse en las manos y en el corazón del Padre, que sabe y nos ama mucho más que lo que nosotros nos conocemos y nos amamos.
# Eso es lo que nos indica Lucas, el evangelista de la oración: Si ustedes, aun siendo malos, saben dar a sus hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lc 11, 13). Es decir, Dios Padre nos regala lo mejor: su misma vida, el Amor.


3. MEDITA (Qué me dice la Palabra de Dios)

# ¿Cuál es el estilo de mi oración? ¿Qué pido al Señor en la oración? ¿Me comunico con Él solamente para pedirle? ¿Me acuerdo de reconocer sus dones y darle gracias?


4. ORA (Qué le respondo al Señor)

Me siento, Padre, sin ganas de orar. No soy constante. Y además, no sé cómo dirigirme a Ti. Sólo me interesa que me soluciones mis problemas, casi como por arte de magia. Y no me doy cuenta de que lo más importante para mí es confiar, confiar y confiar en Ti, Padre. Porque sé que Tú me conoces a fondo, me amas más que nadie, y deseas lo mejor para mí, para este momento y para el futuro. ¡Que yo me abra siempre al amor de tu inmenso corazón y me quede sereno y tranquilo en tu regazo! Como lo hizo tu Hijo Jesús.


5. CONTEMPLA

Una vez más contempla al gran Orante Jesús. Se estremece en el Huerto de los Olivos ante los crueles sufrimientos y trágica muerte que se le vienen encima y suplica: Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz de amargura. Pero, no se haga mi voluntad sino la tuya (Lc 22, 42). ¡Que su estilo de oración impregne toda mi persona en todos los momentos y situaciones de mi vida!


6. ACTÚA

# Cuando me siento abatido por sufrimientos incomprensibles, miraré a Cristo Crucificado. Para que, contemplándolo, sienta que Él suavizó mis penas y me anima a extraer el bien de aquello que humanamente parece un mal.
# Recitemos: A caminar sin ti, Señor, no atino

A caminar sin ti, Señor, no atino.
Tu Palabra de fuego es mi sendero.
Me encontraste cansado y prisionero
del desierto, del cardo y del espino.

Descansa aquí conmigo del camino,
que en Emaús hay trigo en el granero,
hay un poco de vino y un alero
que cobije tu sueño, Peregrino.

Yo contigo, Señor, herido y ciego.
Tú conmigo, Señor, enfebrecido.
El aire quieto, el corazón en fuego.

Y en diálogo sediento y torturado
se encontrarán en un solo latido,
cara a cara, tu amor y mi pecado.
Amén.

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