sábado, 30 de octubre de 2010

Comentario al Evangelio del Domingo 31 de Octubre del 2010




Fernando Torres Pérez cmf





Somos hijos amados de Dios









Hay muchos que en la vida aspiran a subir de categoría social, de nivel, de riquezas. Pero también es verdad que en la más tradicional espiritualidad cristiana hay toda una línea que invita a la humillación, al abajarse, a sentirse siempre culpables y pecadores por todo. Parece que la única forma de presentarse ante Dios es la del publicano, haya o no haya razón suficiente. Hay que humillarse, hay que hozar en la herida de la culpabilidad. Sólo así podemos, parece, provocar la misericordia de Dios.

La primera lectura de este domingo nos pone ante una realidad muy diferente que me ha hecho recordar uno de los lemas que presidían una reunión de grupos de matrimonios en la que participé en mis primeros años de sacerdocio: “Dios no hace basura.” Aquel lema nos hizo recordar a todos –tan proclives a darnos golpes de pecho y a pensar que no somos nada, que todo lo hacemos mal, que somos culpables de todo– que somos criaturas de Dios, que Dios nos ha creado. Ese origen es el que nos hace valiosos. Todo ser humano es valioso porque es creación de Dios, porque es hijo o hija de Dios por más que con su comportamiento haya dañado o escondido esa realidad. Como dice la lectura de la Sabiduría: “en todos los seres está tu espíritu inmortal.”



Lo que veían en Zaqueo sus paisanos


Éste debería ser el punto de partida básico de nuestra relación con Dios: somos sus hijos, criaturas suyas, fruto de su amor; con los demás: son nuestros hermanos, son hijos de Dios como nosotros y dignos de su amor y del nuestro; y con la creación: aunque inanimada es fruto también de las manos de Dios, hay que respetarla y cuidarla porque forma parte del río de la vida que Dios ha creado.

A partir de aquí quizá sea más fácil comprender la actitud de Jesús ante Zaqueo, y ante los pecadores y marginados en general, ante todos los que sufrían de cualquier manera. La gente del pueblo de Zaqueo le veían como un explotador. No era precisamente amor lo que sentían por él. Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos el jefe de los publicanos, de los que cobraban los impuestos en nombre del Imperio Romano no eran simplemente empleados de Hacienda como en nuestros días. Los romanos tenían el estado reducido al mínimo y en lugar de tener un ejército de funcionarios subarrendaban el cobro de los impuestos.

Es decir, Zaqueo había firmado una especie de contrato por el que se comprometía a entregar a los romanos una cantidad determinada todos los años. El resto era su problema. ¿Se entiende por qué se dice de él que era un hombre rico? ¿Se entiende porque Mafalda dice en una de sus tiras geniales que “nadie puede amasar una fortuna sin antes hacer harina a los demás”? ¿Se entiende por qué sus paisanos lo veían como un explotador? Estoy seguro de que hoy conocemos también por el nombre a otros “explotadores”.



Lo que Jesús veía en Zaqueo

Pues bien, Jesús mira a Zaqueo y descubre en él otra realidad más profunda y determinante. Lo de ser explotador o rico o mala persona no pasa de ser un accidente, algo que puede cambiar y cambiará. Lo más importante es la realidad básica: es un hijo de Dios, es un hombre que necesita conocer la misericordia y el amor de Dios. Ha buscado la seguridad en sus riquezas, en la explotación a sus hermanos. Jesús le invita a volver a casa, a sentirse de nuevo como lo que es: hijo de Dios.

Esa cercanía provoca el cambio en Zaqueo. Devolverá con creces sus bienes a aquellos a los que ha robado, compartirá lo que tiene con los pobres. Jesús le ha descubierto su ser auténtico y se siente en familia con todos sus hermanos y hermanas. Hay que subrayar que el cambio no ha sido fruto de la amenaza del infierno. Tampoco Jesús ha hecho ningún tipo de denuncia profética dejando al descubierto la injusticia de su comportamiento. Jesús lo hace con los fariseos pero no en este caso. Aquí sólo se ha acercado a él y se ha auto-invitado en su casa. Zaqueo era un hombre que había encontrado la seguridad en sus riquezas pero era también, quizá por eso mismo, un marginado social. Jesús le ha integrado en la gran familia de los hijos de Dios, esa familia que no excluye a nadie. Por una razón simple: porque Jesús ha venido a buscar lo que estaba perdido.

Tendríamos que aprender de Jesús a mirar a nuestros hermanos con los mismos ojos que él nos mira. Y a nosotros mismos. Podemos haber hecho muchas cosas malas pero siempre seremos hijos de Dios. Nada ni nadie nos podrá quitar eso. Ni nosotros mismos. Nuestro valor no reside en lo que hacemos o no hacemos sino en el hecho de que somos fruto constante del amor de Dios. Por eso, como dice Pablo en la segunda lectura, oramos por los demás siempre para que su dignidad de hijos brille siempre, para que alumbre todo lo valioso que está en nuestro interior. Para que se manifieste lo que está escondido.

viernes, 29 de octubre de 2010

¡Menos mal! La NASA prepara un "escudo" contra la gran tormenta solar que habrá




La NASA cree que puede tomar medidas para protegernos de las tormentas solares . Este tipo de evento, durante el cual una lluvia de partículas de alta energía golpea nuestro planeta provocando apagones y todo tipo de disturbios eléctricos, podría ser previsto con el tiempo suficiente como para tomar medidas destinadas a minimizar sus efectos. Un sistema de alerta conformado por la sonda SOHO y las gemelas STEREO de la NASA nos permitiría hacer un modelo 3D del fenómeno y desconectar los sistemas esenciales antes de que resulten afectados.

Las estadísticas demuestran que cada cien años tiene lugar una tormenta solar lo suficientemente potente como para teñir los cielos de la Tierra con impresionantes auroras color rojo sangre.

Lamentablemente, este tipo de fenómeno no se limita a producir aterradores espectáculos visuales, sino que afecta el funcionamiento de brújulas y satélites, produce apagones, interfiere con las redes de telecomunicaciones y afecta a casi todos los equipos electrónicos que nuestra civilización utiliza a diario.

Afortunadamente, la mayoría de las tormentas solares no son lo suficientemente grandes como para causar efectos “a lo Hollywood”, pero algunas de ellas podrían meternos realmente en problemas. En 1859, por ejemplo, tuvo lugar el llamado “evento Carrington”, una súper tormenta solar que interrumpió el tráfico telegráfico e incluso incendió algunas de sus oficinas. Si un evento similar tuviese lugar en el mundo actual, las perdidas -económicas y de vidas humanas- serían enormes.

Desconectar a tiempo
Un informe emitido por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos en 2008 advierte de que si una tormenta solar “importante” se produjese en la actualidad, experimentaríamos apagones generalizados de electricidad, e incluso se dañarían muchos de los transformadores principales utilizados en las redes de distribución de energía eléctrica. Para evitar esto, la NASA se encuentra trabajando en un proyecto llamado “Escudo Solar” (“Solar Shield”) , destinado a alertar a las empresas distribuidoras de electricidad sobre la posibilidad de un evento de este tipo con el tiempo suficiente para que realicen la desconexión preventiva de sus sistemas.

Según Antti Pulkkinen, un investigador de la Universidad Católica de América que trabajan en el Goddard Space Flight Center de la NASA, “Solar Shield es un sistema de previsión, nuevo y experimental, aplicado a la red de distribución eléctrica de América del Norte. Creemos que puede ser útil para desconectar a tiempo transformadores específicos a partir de la predicción de cuáles de ellos podrían ser afectados por una tormenta solar.”

La causa del mal funcionamiento de las redes eléctricas durante esos eventos tiene su origen en un efecto conocido como GIC (“Geomagnetically Induced Current”, o “corriente inducida geomagnéticamente”). Cuando la nube de partículas solares generadas durante una tormenta golpea el campo magnético de la Tierra hace que este comience a “temblar”. Estas vibraciones magnéticas inducen corrientes en todas las regiones de la atmósfera, sobrecargando circuitos, interruptores y -en casos extremos- derritiendo las bobinas de los transformadores eléctricos.

Las «tormentas de Halloween»
Esto ya ha ocurrido en la historia reciente: una tormenta geomagnética mucho menos grave que el evento Carrington dejó sin energía eléctrica durante 9 horas a toda la provincia canadiense de Quebec el 13 de marzo de 1989. Ese día se dañaron transformadores en Quebec, Nueva Jersey, y Gran Bretaña, contabilizandosé más de 200 anomalías en la red de distribución eléctrica de varios países. En octubre de 2003, las "tormentas de Halloween" provocaron apagones en varias zonas del sur de Suecia y África.

Por terrible que parezcan estos casos, lo cierto es que ninguna de esas tormentas puede comprarse con el “evento Carrington”, y que según la North American Electric Reliability Corporation (NERC) y el Departamento de Energía de EE.UU. los sistemas modernos de distribución de energía son aún más sensibles a las GIC. El proyecto de la NASA podría evitar estos problemas. Pulkkinen explica que “el escudo solar entra en acción cuando se detecta una eyección de masa coronal (CME, por Coronal Mass Ejection) en el Sol. Las imágenes proporcionadas por SOHO y las sondas gemelas STEREO de la NASA nos muestran la nube de partículas desde tres puntos de vista, lo que nos permite hacer un modelo 3D de la CME, y predecir cuándo va a llegar.” Estas partículas demoran entre 24 y 48 horas en llegar a la Tierra, un tiempo valioso que puede emplearse para calcular la hora y lugar en que golpeará nuestro planeta. Con esos datos, las empresas de distribución de energía pueden desconectar sus transformadores para protegerlos.

Preparados para 2012
Pulkkinen aclara que “Solar Shield” es por ahora un sistema experimental y que nunca ha sido probado durante una tormenta geomagnética real. Varias empresas distribuidoras han instalado monitores en lugares clave de sus redes para ayudar al equipo de la NASA en sus predicciones. Dado que en los últimos años la actividad solar ha sido pequeña y solo se han producido unas pocas tormentas relativamente leves durante el año pasado, el sistema no ha sido probado a fondo. “Nos gustaría que más empresas relacionadas con la energía se uniesen a nuestro equipo de investigación”, añade Pulkkinen. “Cuantos más datos obtengamos, más rápido podremos probar y mejorar Solar Shield". El próximo pico de tormentas solares, que tienen una periodicidad aproximada de 11 años- se espera en algún momento de 2012 ó 2013, por lo que la puesta en marcha de este proyecto puede ser crucial.

Fuente: ABC.es

sábado, 23 de octubre de 2010

14 tips para convertirse en un mejor usuario de Twitter







Milagros de ChicaSEO

MIAMI (infoCIUDADANO)



Si bien cada quien usa Twitter como mejor le parezca o le gusta, hoy vamos a recomendarles algunos consejos para ser mejores usuarios del microblogging o para sacarle más provecho a nuestra participación en este servicio.

1. Que su fondo no luzca como una especie de anuncio comercial. La gente huye de este tipo de cosas.
2. Publique una fotografía de su rostro. A las personas les gusta saber con quienes hablan. Si desea obtener más datos sobre cómo lograr un buen avatar, lo invito a leer La importancia de las fotos en los perfiles de las redes sociales.
3. Siga a las personas que para usted son interesantes, no a las que siguen la mayoría. Busque sus propios referentes.
4. Actualice periódicamente su cuenta. Cuando deja de hacerlo por mucho tiempo, las personas dejarán de seguirlo.
5. Trate de no utilizar Twitter como un sitio en donde sólo cuenta cosas intrascendentes o triviales, como ser que desayuna, a dónde está, si está en el baño, si le pica un ojo, si le duele el pie, etc.
6. Intente aportar valor a la conversación, compartiendo enlaces útiles o información relevante. Si se está hablando de un tema particular en Twitter, puede aportar valor enviando un enlace qué explique algo sobre ese tema.
7. A veces es bueno hablar de cosas personales. Esto nos humaniza y nos vuelve más creíbles frente a las otras personas, aunque no debe abusar. Lógicamente no debemos revelar cosas íntimas o comprometidas. Siempre debemos resguardar nuestra privacidad.
8. Agradezca a quienes contestan sus dudas o preguntas o a quienes lo recomiendan. Se trata de buena educación y a la gente le cae bien.
9. Inicie conversaciones. No espere a que las personas le hablen. Tome la iniciativa, especialmente con personas cuya opinión le resulta valiosa o con quienes les gustaría relacionarse.
10. Responda a quienes le hacen preguntas o se interesan por sus cosas. A veces, resulta imposible contestar a todos, pero en la medida de sus posibilidades, responda a sus followers. Imaginase si estuvieran cara a cara, ¿cómo reaccionaría la gente si usted los ignorará? Pensarían que usted es un arrogante o un maleducado.
11. No siga a las personas que no aportan ningún valor a su timeline o que no son interesantes. No siga por seguir, siga a quienes realmente valgan la pena.
12. No haga spam. A los usuarios de Twitter este tipo de prácticas, les resultan muy molestas. Una cosa es promocionar algo, y otra saturar. Tenga siempre en claro la diferencia.
13. Promueva su perfil de Twitter. Puede incluirlo en la firma de su correo electrónico, en sus tarjetas personales y al final de todos sus posts. De esta forma, aumentará el número de seguidores y de las personas interesadas en usted y en su trabajo. Yo por ejemplo a veces suelo ponerlo en el Gtalk, aunque no siempre. Pero quizás debería adoptar esta costumbre en forma permanente. ¿No les parece?
14. No acosar ni hostigar a las personas. Si alguien no le contesta o se comporta mal con usted, ignórelo. No es necesario comenzar una batalla campal con los desubicados o con las personas que no saben comportarse en la Social Media.

Carta a un escritor de novelas





Fernando Pascual




¿Te resulta fácil dominar los hechos, penetrar en los corazones, construir sospechas y desmontarlas con un golpe de ingenio que deja confundido a tus lectores?

Es maravillosa esa habilidad que posees de narrar historias. Sabes crear personajes, elaborar tramas, desenmarañar misterios, provocar alegrías o congojas en quienes te leemos.

Desde el poder de tu mente y de corazón, penetras en quienes son tus creaturas. A uno lo conviertes en un héroe apasionado. Otro llega a ser un traidor miserable. Aquél es romántico, algo ingenuo pero bueno. Y el más simpático de todos simplemente dice disparates que nos hacen pensar en cosas importantes que la monotonía moderna había dejado en el más completo olvido.

Es muy fácil

A veces, lo confieso, me disgusto contigo. Pudiste dar más lógica a la narración, o evitar un dramatismo exagerado, o simplemente saltarte esta o aquella escena que no venían a cuento. Luego me río de mi enojo: ¿no eres tú el padre de las letras que plasmas con tus manos? ¿No son los personajes tuyos, y sólo tú decides, como novelista inspirado, qué hacen o qué dejan de hacer mientras tu imaginación corre y nosotros seguimos tras tus huellas?

Luego pienso en lo diferente que es la vida real. Si la historia fuese tan fácil como escribir novelas... Pero los corazones, las mentes y los huesos que caminaron en el pasado y que se mueven en el presente, encierran misterios que escapan a nuestra mirada, que ni tú ni yo alcanzamos a comprender del todo, que nos sorprenden con sus traiciones y sus arrepentimientos, con sus egoísmos y sus grandezas.
Hay que construir

Veo que muchas veces buscas inspirarte en hechos reales, magníficos o terribles, y que intentas, con mayor o menor acierto, hacer verosímil y aceptable la historia que tejes poco a poco. Pero, ¿eres de verdad capaz de conocer lo que hay en otros, de hurgar en vidas que siempre nos sorprenden, de encapsular el misterio profundo de la libertad humana?

Supongo que ya habrás pensado en cómo superar esas barreras que separan tus ficciones y el mundo concreto en el que vivimos. Pero las barreras siguen, porque ni tú ni yo, y a veces ni los mismos protagonistas de los hechos, somos capaces de comprender las riquezas y las miserias que se esconden en cada alma humana.

No dejes, de todos modos, de crear mundos con tu ingenio. Sólo te ruego que escribas desde el deseo de ofrecer mensaje buenos, de ayudarnos a comprender un poco mejor el mundo y la vida con sus misterios. Y, si me permites añadir una sugerencia, no dejes de ofrecer pistas a nuestros ojos interiores para reconocer, como tantas veces tú dices, que cada ser humano es un misterio, grande y mezquino, hermoso y lleno de manchas, capaz de hazañas y de vilezas, pero siempre abierto a novedades que sorprenden, como nos sorprenden esos personajes con que nos hablas en tus novelas, cuentos y leyendas.

Comentario al Evangelio del Domingo 24 de octubre de 2010


Domingo XXX del Tiempo Ordinario

Evangelio Lc 18, 9-14 Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás:
—Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros: «Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo». Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador». Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado.


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Quien se ha encontrado con el Dios vivo alguna vez, ha frecuentado su amistad y ha saboreado el amor de Dios, nunca se tendrá por justo, porque justo sólo es Dios; y acercarse al solo Justo supone hacer la experiencia de comprobar nuestra desproporcionada diferencia con Él. Saberse pecador, reconocerse como no justo, no significa vivir tristes, sin paz o sin esperanza, sino situar la seguridad en Dios y no en las propias fuerzas o en una hipócrita virtud. Alguien que verdaderamente no ha orado nunca, seguirá necesitando afirmarse y convencerse de su propia seguridad, ya que la de Dios, la única fidedigna, ni siquiera la ha intuido. Y cuando alguien se tiene por justo, y está hinchado de su propia seguridad, es decir, cuando vive en su mentira, suele maltratar a sus prójimos, los desprecia "porque no llegan a su altura", porque no están al nivel de "su" santidad.

Tenemos, pues, el retrato robot de quien estando incapacitado para orar por estas tres actitudes incompatibles con la auténtica oración, como el fariseo de la parábola, llega a creer que puede comprar a Dios la salvación. La moneda de pago sería su arrogante virtud, su postiza santidad. Hasta aquí el fariseo.

Pero había otro personaje en la parábola: el publicano, es decir, un proscrito de la legalidad, alguien que no formaba parte del censo de los buenos. Y al igual que otras veces, Jesús lo pondrá como ejemplo, no para resaltar morbosamente su condición pecadora, sino para que en ésta resplandezca la gracia que puede hacer nuevas todas las cosas.

Aquel publicano ni se sentía justo ante Dios, ni tenía seguridad en su propia coherencia, ni tampoco despreciaba a nadie. Ni siquiera a sí mismo. Sólo dijo una frase, al fondo del templo, en la penumbra de sus pecados: "Oh Dios, ten compasión de este pecador". Preciosa oración, tantas veces repetida por los muchos peregrinos que en su vida de oscuridad, de errores, de horrores quizás también, han comenzado a recibir gratis una salvación que con nada se puede comprar.

Jesús nos enseña a orar viviendo en la verdad, no en el disfraz de una vida engañosa y engañada ante todos menos ante Dios. Tratar de amistad con quien nos ama, es reconocer que sólo Él es Dios, que nosotros somos unos pobres pecadores a los que se les concede el don de volver a empezar siempre, de volver a la luz, a la alegría verdadera, a la esperanza, para rehacer aquello que en nosotros y entre nosotros, pueda haber manchado la gloria de Dios, el nombre de un hermano y nuestra dignidad.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Halloween visto por un sacerdote español

SANTOS CONTRA BRUJAS



Se ha sumado la Conferencia Episcopal Española, en la persona del secretario de la Comisión Episcopal de Liturgia, Juan María Canals, a la propuesta de la Conferencia Episcopal Británica para que, en la víspera del 1 de noviembre, los niños se vistan de santos y realicen otro tipo de actividades lúdicas de carácter religioso. Se trata, en definitiva, de contrarrestar la propagación en Europa de la americana costumbre del ‘Halloween’. En alguna otra ocasión me he explayado sobre el carácter antirreligioso y satánico de esa anti-fiesta llamada ‘Halloween’; no me detendré en ello ahora. La iniciativa de los obispos británicos me parece loable y digna de la mejor acogida, aunque me temo que vaya a cosechar unos frutos muy escasos. Por desgracia, a día de hoy, nuestros niños están para pocos santos.

Lo siento por quien no conozca a “Los Simpson”, pero en esa serie de televisión, cuyas excelencias ha cantado el propio “L’osservatore Romano” tenemos una de las mejores radiografías de la sociedad occidental moderna. Cuando uno de sus personajes más emblemáticos, el Reverendo Lovejoy, anuncia la llegada a su iglesia del grupo de rock cristiano ‘Covenant’ (“Alianza”), Bart Simpson se recuesta en su asiento y se queja, en tono de aburrimiento: “¡Bah! ¡Los mejores grupos están con Satanás!”. Diez minutos antes de escribir estas líneas, he estado hablando con una madre de cuatro hijos, que desde su infancia están recibiendo una formación religiosa exquisita; el tercero de ellos, que apenas cuenta siete años, lleva varios días pidiendo incesantemente a sus padres que le dejen disfrazarse de demonio cuando llegue ‘Halloween’. Decirle a ese niño que, en lugar de a Satanás, va a tener como sastre a San Tarsicio Bendito no creo que le alegre la fiesta. Es obediente y se vestirá de San Tarsicio o de San Juan Crisóstomo si se lo piden sus padres, pero seguirá envidiando a los demonietes que visten sus compañeros de colegio.

Las cosas están como están, por desgracia. Y los modelos de nuestros niños no son los santos, sino los futbolistas, los actores, los cantantes, y las físicas y las químicas de las bodrio-series con que se los educa desde la caja boba. Podemos conseguir que Bart Simpson haga la Primera Comunión, podemos conseguir que venga a misa, e incluso que se aliste como monaguillo en la parroquia, se enfunde un alba durante la celebración eucarística, y se mantenga con las manos juntitas como un angelote desde el saludo inicial hasta el “Ite, missa est”. Pero no podemos conseguir que le guste ir disfrazado de San Trasicio Bendito mientras su amigo, revestido con los ornamentos de Lucifer, le pincha con el tridente en el culo mientras a él le corroe la envidia porque quisiera ir también vestido de demoniete y emprenderla a tridentazos con todo bicho viviente.

Ya saben lo que sucede cuando uno rueda pendiente abajo por un barranco: alcanzar el fondo de la pendiente puede tomarle a uno dos minutos, pero recuperar el terreno perdido ascendiendo por la ladera puede ser cuestión de días. Hace apenas cincuenta años, las vidas de los santos eran modelo y paradigma en la educación de los niños. Pero lograr recuperar a esos mismos santos como ejemplo de conducta para los infantes, entretenidos ahora con los adolescentes del ‘Disney Channel’ y con ‘Física y química’ será cuestión de varias generaciones. Y, hasta que ese momento vuelva a llegar, el camino será cuesta arriba, muy cuesta arriba.

Por eso, desde esta modesta tribuna, les animo a que vistan a sus niños, el próximo 1 de noviembre, como a los santos Justo y Pastor, mártires de Alcalá, como a Santa María Goretti, como a santa Bernardita y como a los beatos Francisco y Jacinta, videntes de la Virgen. Pero no les regañen si descubren al pequeño haciendo prácticas de esgrima con el tenedor de la cocina o a la niña subida en la escoba del cuarto de limpieza; las cuestas arriba son duras para los chiquitines. Bastante tienen, los pobres, con ser niños en la era de ‘Halloween’. Y, por cierto, si le dan permiso a la niña que han vestido de Santa Catalina para que atice algún rosariazo en el culete a la bruja piruja de su clase... pues tampoco pasa nada, oiga. Eso sí, con cariño.

José-Fernando Rey Ballesteros

sábado, 16 de octubre de 2010

Video: Microsoft lanzará un juego que permite bailar utilizando todo el cuerpo


“Dance Central” es el nuevo juego que lanza Microsoft este 4 de noviembre, en las que combinando una cámara web, un software de reconocimiento de voz y sensores de movimiento inteligente, hace que el Kinect se vuelva en uno de los juegos que ofrece una experiencia de manos totalmente libres.

Esta innovación tecnológica permite que mediante un sensor el cuerpo pueda ser reconocido, reflejando así los movimientos en el juego. Asimismo se ha convertido, durante los últimos años, en uno de los más importantes avances que ha tenido el mundo de los videojuegos.

“Dance Central”, exclusivo para Kinect de Xbox 360, incluirá coreografías creadas por profesionales para todo tipo de bailarines. El juego ha sido desarrollado por Harmonix, famosos por haber creado la popular saga “Guitar Hero”.

http://www.youtube.com/watch?v=2qcph1WykfQ


Estos son algunos de los temas incluidos:

Nelly Furtado – “Maneater”
Snoop Dogg/Pharrell – “Drop It Like It’s Hot”.
Lady Gaga – “Just Dance”.
Rihanna – “Pon de Replay”.
Eric B. & Rakim – “Don’t Sweat the Technique”.
Kylie Minogue – “Can’t Get You Out of My Head”.
Basement Jaxx – “Rendez-vu”

Fuente: http://elcomercio.pe

Lectio Divina. Domingo 29o. Tiempo Ordinario Tiempo Ordinario Ciclo C. 17 de octubre de 2010


Oración con el Evangelio.
Autor: P. Martín Irure | Fuente: Catholic.net



1. INVOCA

# Vas a escuchar al Señor, que te va a decir su mensaje por medio de su Palabra.
# Libérate de tus preocupaciones, planes y proyectos. Lo más importante para ti ahora es estar con el Señor.
# Sé consciente del regalo que Dios quiere hacerte en este rato. Seguro que es lo mejor que te va a ocurrir (te ha ocurrido) en este día.
# Al Espíritu, que te va a inspirar y animar, le expones tu anhelo de sentirte amado e impulsado por él, para comprender la Palabra y llevarla a la práctica.
# Recitemos todos: Señor, ¿a quién iremos?

Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?

A la voz de tu aliento
se estremeció la nada;
la hermosura brilló
y amaneció la gracia.

Señor, ¿a quién iremos,
si nos falta tu habla?

Nos hablas en las voces
de tu voz semejanza:
en los gozos pequeños
y en las angustias largas.

Señor, ¿a quién iremos,
si nos falta tu Palabra?

En los silencios íntimos
donde se siente el alma,
tu clara voz creadora
despierta la nostalgia.

¿A quién iremos, Verbo,
entre tantas palabras?

Al golpe de la vida,
perdemos la esperanza;
hemos roto el camino
y el roce de tu planta.

¿A dónde iremos, dinos,
Señor, si no nos hablas´?

¡Verbo del Padre, Verbo
de todas las mañanas,
de las tardes serenas,
de las noches cansadas!

¿A dónde iremos, Verbo,
si tú eres la Palabra? Amén.


2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Lc 18, 1-8) (Qué dice la Palabra de Dios)

Contexto

# Lucas nos relata cómo Jesús va enseñando puntos importantes a sus discípulos, mientras van de camino a Jerusalén. En el relato anterior, enseñó a sus discípulos de entonces (y a nosotros ahora) a ser agradecidos a los dones que Dios nos regala. Sobre todo, el don de su propia vida que nos la da para ser sus hijos.
# Los versículos anteriores (17, 20-37), Jesús les habla del fin del mundo. Y Lucas, al escribir su evangelio hacia el año 80, intenta responder a los cristianos que estaban inquietos por la segunda venida del Mesías.
# En el texto de hoy nos habla Jesús de la necesidad de la oración, tema preferido de Lucas en su evangelio.

Texto

# Para inculcarles la necesidad de orar, siempre, sin desanimarse (18, 1). Aquí está la síntesis de la enseñanza de Jesús. Nos exhorta a seguir orando, sin desmayo, sin caer en la desesperanza.
# Lucas narra la parábola del juez y de la viuda. Parecida a aquella parábola del amigo que va a la casa de otro amigo de noche en busca de pan (Lc 11, 5-8).

1. Los personajes

# Son un juez que no respeta a nadie y una viuda, pobre e indefensa. La viuda era, en ese entonces, una persona desamparada y desprotegida.
# El que debería administrar justicia es una persona malvada e insensible al dolor ajeno. Pues, no hace caso a la mujer que le pedía hiciera justicia contra sus enemigos.
# El juez obra, en definitiva, no por motivos humanitarios sino por alejar de sí a una persona importuna y molesta.
# La conclusión que se extrae de la parábola es: si este juez inicuo atiende a la viuda, mucho más escuchará Dios las oraciones de los fieles que se encuentran en necesidad.

2. El silencio y la respuesta de Dios

# Con frecuencia, en nuestras súplicas, nos sentimos como que Dios no escucha nuestra oración. Y el grito nos sale espontáneo y doloroso: ¿Dónde estás, Dios? ¿Por qué no remedias mi situación?
# La respuesta nos la da el mismo Jesús: Dios les (a sus elegidos, que claman a él día y noche) hará justicia inmediatamente (vs. 7 y 8).

3. La fe nos lleva a la confianza total

# Jesús insiste, una vez más, en la confianza total y absoluta en Dios. Ésta es la clave para nuestra oración: constancia y confianza.
# No entendemos los misteriosos caminos de Dios. Queremos que Dios obre según nuestro modo de pensar y de planear. Cambiamos la petición del Padrenuestro: Que Dios haga mi voluntad.
# A veces, nuestros desahogos y lamentaciones con Dios son legítimos, pues con Él tenemos confianza, aunque sea para eso: para lamentarnos. No es lo mismo “quejarnos ante Dios que quejarnos de Dios”. También los estudiosos de la Biblia distinguen entre lamentaciones y quejas. La lamentación se origina desde la confianza en Dios. La queja es un modo de achacar a Dios lo que nos sucede. Jesús se lamentó ante su Padre: ¿Por qué me has abandonado? Pero nunca se quejó.

4. La oración nos pone en las manos de Dios

# ¡Cuántas cosas queremos conseguir pidiéndolas a Dios! A veces, para ocultar nuestra pereza... A veces, pedimos cosas materiales.
# Lo importante de la oración es: confiar, abandonarse en las manos y en el corazón del Padre, que sabe y nos ama mucho más que lo que nosotros nos conocemos y nos amamos.
# Eso es lo que nos indica Lucas, el evangelista de la oración: Si ustedes, aun siendo malos, saben dar a sus hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lc 11, 13). Es decir, Dios Padre nos regala lo mejor: su misma vida, el Amor.


3. MEDITA (Qué me dice la Palabra de Dios)

# ¿Cuál es el estilo de mi oración? ¿Qué pido al Señor en la oración? ¿Me comunico con Él solamente para pedirle? ¿Me acuerdo de reconocer sus dones y darle gracias?


4. ORA (Qué le respondo al Señor)

Me siento, Padre, sin ganas de orar. No soy constante. Y además, no sé cómo dirigirme a Ti. Sólo me interesa que me soluciones mis problemas, casi como por arte de magia. Y no me doy cuenta de que lo más importante para mí es confiar, confiar y confiar en Ti, Padre. Porque sé que Tú me conoces a fondo, me amas más que nadie, y deseas lo mejor para mí, para este momento y para el futuro. ¡Que yo me abra siempre al amor de tu inmenso corazón y me quede sereno y tranquilo en tu regazo! Como lo hizo tu Hijo Jesús.


5. CONTEMPLA

Una vez más contempla al gran Orante Jesús. Se estremece en el Huerto de los Olivos ante los crueles sufrimientos y trágica muerte que se le vienen encima y suplica: Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz de amargura. Pero, no se haga mi voluntad sino la tuya (Lc 22, 42). ¡Que su estilo de oración impregne toda mi persona en todos los momentos y situaciones de mi vida!


6. ACTÚA

# Cuando me siento abatido por sufrimientos incomprensibles, miraré a Cristo Crucificado. Para que, contemplándolo, sienta que Él suavizó mis penas y me anima a extraer el bien de aquello que humanamente parece un mal.
# Recitemos: A caminar sin ti, Señor, no atino

A caminar sin ti, Señor, no atino.
Tu Palabra de fuego es mi sendero.
Me encontraste cansado y prisionero
del desierto, del cardo y del espino.

Descansa aquí conmigo del camino,
que en Emaús hay trigo en el granero,
hay un poco de vino y un alero
que cobije tu sueño, Peregrino.

Yo contigo, Señor, herido y ciego.
Tú conmigo, Señor, enfebrecido.
El aire quieto, el corazón en fuego.

Y en diálogo sediento y torturado
se encontrarán en un solo latido,
cara a cara, tu amor y mi pecado.
Amén.

Comentario al Evangelio del domingo 17 de octubre de 2010


Comentario al Evangelio del próximo domingo, 10 de octubre, XXIX del tiempo ordinario (Lucas 18,1-8), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca.



* * *




La enseñanza de Jesús sobre la oración no era una cuestión banal. Él quería enseñar a sus discípulos a orar de tal manera que permanentemente pudieran estar hablando-con y escuchando-a Quien permanentemente está dispuesto a acoger nuestras palabras y a dirigirnos las suyas.

El Maestro les propone una parábola con dos personajes curiosos: un juez y una viuda. La persona más desprotegida que demanda ayuda al juez menos indicado. Hasta aquí los personajes de la parábola de Jesús que podríamos llamar pintoresca, y adivinamos los ojos de los discípulos mirando a Jesús mientras les exponía la parábola. ¿En qué quedaría toda la escena? ¿Cómo se resolvería la importunidad de la pobre mujer ante la inmisericordia del injusto juez?

Dice Jesús que aquél juez de mucha ley y poco corazón, terminó por ceder ante la viuda y determinó hacer justicia ante el adversario de ésta. Pero no porque hubiera cambiado en sus adentros, sino simplemente por proteger sus afueras, es decir, por puro temor y para que le dejasen en paz: por si la viuda le pegaba en la cara y para que no lo siguiera fastidiando. Aquí se pararía el Señor y les diría a los discípulos: ¿os dais cuenta qué ha hecho este juez injusto? Al final ha hecho justicia ante una pobre mujer que suplicaba. Un hombre que no ha sido capaz de hacerlo por la verdadera razón: el servicio al otro, el derecho del otro, el amor al otro, lo hizo por egoísmo, por amor a sí mismo... pero lo hizo. ¿Y Dios? ¿Qué hará Dios? ¿Cómo se comportará ante sus elegidos que día y noche le gritan y suplican?

El cristiano es el que precisamente aprende a vivir desde la inagotable relación con su Dios y Señor, en un continuo cara a cara ante su bendito Rostro, con un constante saberse mirado por los ojos de Otro. Esta Presencia que es siempre compañía y jamás se escurre como fugitiva, no nos ahorra a los cristianos la fatiga apasionante del vivir de cada día con todas sus luces y sus sombras, pero sí que nos permite vivirlo de otro modo, desde otros Ojos que nos ven, desde otro Corazón que nos ama y por nosotros palpita y desde otra Vida que nos acoge regalándonos la dicha.

La oración, como certeza de una compañía de aquel que nos habla y nos mira, es una educación para la vida: también nosotros cristianos podemos sufrir todas las pruebas, pero nunca con tristeza y desesperanza. La circunstancia puede que no cambie, pero sí nuestro modo de mirarla y de vivirla, porque sabemos que Dios nos la acompaña sin interrupción, en horario abierto y sin declino.

sábado, 9 de octubre de 2010

Evangelio del domingo 10 de octubre: El extranjero



Comentario al Evangelio del próximo domingo, 10 de octubre, XXVIII del tiempo ordinario (Lucas 17,11-19), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca.


La trama del Evangelio de este domingo no está en una simple distinción edificante entre gente agradecida y gente que no lo es. No es la cortesía o de la buena educación lo que se dilucida aquí, sino la fe de aquellos hombres, su relación con ese Dios en quien creían. El protagonista será alguien doblemente marginado social mente: por leproso y por extranjero.

El pecado que se reprueba en este Evangelio, es precisamente el de no tener fe creyendo que se tiene. Aquellos leprosos que no volvieron a dar gracias a quien les había curado, no eran extranjeros sino judíos, consideraban que tenían "derecho" a la curación, que era lo menos que podía hacer por ellos "su" Dios. De manera que aquella curación fue recibida como quien recibe su correspondiente pago por los servicios prestados: Dios pagaba con moneda de curación. Y por eso, una vez ajustadas las cuentas, ¡Dios y ellos... estaban en paz, no se debían nada!

Sin embargo había otro leproso, que por no tener no tenía ni el pasaporte judío. Este leproso era extranjero, sin derechos oficiales ante Dios. Lo cual significaba que si sucedía lo que de hecho sucedió, no era más que por un puro regalo indebido, por una gracia inmerecida, por un don inesperado.

Efectivamente, no basta con pertenecer oficialmente a una comunidad de salvación, como era la judía, y como es nuestra Iglesia. No tenemos un derecho sobre Dios hasta el punto de poder cobrar nuestro servicio y nuestra virtud con una moneda de las que no se devalúan (luz, paz, salud...). Si Dios nos concede cualquier gracia, es por pura gracia, sin que ello deba generar en nuestra vida cristiana actitudes como las que Jesús denuncia veladamente en aquellos leprosos desagradecidos: la arrogancia, la vanagloria, la inercia y la rutina.

Aquel samaritano, reconoció a Jesús, le pidió una gracia, la acogió y después la agradeció. Fue un hombre que se adhirió al Señor con su vida tal cual: enferma y extranjera. Y en su realidad concreta fue alcanzado por la gracia. ¿Tendremos nosotros, desde nuestra extranjería y desde nuestra enfermedad, el valor para gritar también: Jesús, maestro, ten compasión de nosotros? Pidamos al Señor la gracia de pertenecerle cada vez más, poniendo fin a todas nuestras lejanías; pidámosle que vende nuestras heridas, terminando todas nuestras enfermedades que nos enfrentan a otros por fuera y nos dividen a nosotros mismos por dentro.

domingo, 3 de octubre de 2010

4 de octubre: Fiesta de San Francisco de Asis, fundador.



Plegaria

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación,
que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.

Oh, Maestro, haced que yo no busque
tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.

Porque es dando , que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.
--San Francisco de Asís


Historia de su Vida

Dicen que a San Francisco lo declaró santo el pueblo, antes de que el Sumo Pontífice le concediera ese honor, y que si se hace una votación entre los cristianos (aún entre los protestantes) todos están de acuerdo en declarar que es un verdadero santo. Todos, aun los no católicos, lo quieren y lo estiman.

Panorama de AsísNació en Asís (Italia) en 1182. Su madre se llamaba Pica y fue sumamente estimada por él durante toda su vida. Su padre era Pedro Bernardone, un hombre muy admirador y amigo de Francia, por la cual le puso el nombre de Francisco, que significa: "el pequeño francesito". Cuando joven a Francisco lo que le agradaba era asistir a fiestas, paseos y reuniones con mucha música. Su padre tenía uno de los mejores almacenes de ropa en la ciudad, y al muchacho le sobraba el dinero. Los negocios y el estudio no le llamaban la atención. Pero tenía la cualidad de no negar un favor o una ayuda a un pobre siempre que pudiera hacerlo. Tenía veinte años cuando hubo una guerra entre Asís y la ciudad de Perugia. Francisco salió a combatir por su ciudad, y cayó prisionero de los enemigos. La prisión duró un año, tiempo que él aprovechó para meditar y pensar seriamente en la vida. Al salir de la prisión se incorporó otra vez en el ejército de su ciudad, y se fue a combatir a los enemigos. Se compró una armadura sumamente elegante y el mejor caballo que encontró. Pero por el camino se le presentó un pobre militar que no tenía con qué comprar armadura ni caballería, y Francisco, conmovido, le regaló todo su lujoso equipo militar. Esa noche en sueños sintió que le presentaban en cambio de lo que él había obsequiado, unas armaduras mejores para enfrentarse a los enemigos del espíritu.

Estatua de San FranciscoFrancisco no llegó al campo de batalla porque se enfermó y en plena enfermedad oyó que una voz del cielo le decía: "¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo de todos?". Entonces se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y parrandear sino a meditar en serio acerca de su futuro. La gente al verlo tan silencioso y meditabundo comentaba que Francisco probablemente estaba enamorado. Él comentaba: "Sí, estoy enamorado y es de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe". Los demás no sabían de quién se trataba, pero él sí sabía muy bien que se estaba enamorando de la pobreza, o sea de una manera de vivir que fuera lo más parecida posible al modo totalmente pobre como vivió Jesús. Y se fue convenciendo de que debía vender todos sus bienes y darlos a los pobres. Paseando un día por el campo encontró a un leproso lleno de llagas y sintió un gran asco hacia él. Pero sintió también una inspiración divina que le decía que si no obramos contra nuestros instintos nunca seremos santos. Entonces se acercó al leproso, y venciendo la espantosa repugnancia que sentía, le besó las llagas. Desde que hizo ese acto heroico logró conseguir de Dios una gran fuerza para dominar sus instintos y poder sacrificarse siempre a favor de los demás. Desde aquel día empezó a visitar a los enfermos en los hospitales y a los pobres. Y les regalaba cuanto llevaba consigo.

Un día, rezando ante un crucifijo en la iglesia de San Damián, le pareció oír que Cristo le decía tres veces: "Francisco, tienes que reparar mi casa, porque está en ruinas". Él creyó que Jesús le mandaba arreglar las paredes de la iglesia de San Damián, que estaban muy deterioradas, y se fue a su casa y vendió su caballo y una buena cantidad de telas del almacén de su padre y le trajo dinero al Padre Capellán de San Damián, pidiéndole que lo dejara quedarse allí ayudándole a reparar esa construcción que estaba en ruinas. El sacerdote le dijo que le aceptaba el quedarse allí, pero que el dinero no se lo aceptaba (le tenía temor a la dura reacción que iba a tener su padre, Pedro Bernardone) Francisco dejó el dinero en una ventana, y al saber que su padre enfurecido venía a castigarlo, se escondió prudentemente. Pedro Bernardone demandó a su hijo Francisco ante el obispo declarando que lo desheredaba y que tenía que devolverle el dinero conseguido con las telas que había vendido. El prelado devolvió el dinero al airado papá, y Francisco, despojándose de su camisa, de su saco y de su manto, los entregó a su padre diciéndole: "Hasta ahora he sido el hijo de Pedro Bernardone. De hoy en adelante podré decir: Padrenuestro que estás en los cielos". El Sr. Obispo le regaló el vestido de uno de sus trabajadores del campo: una sencilla túnica, de tela ordinaria, amarrada en la cintura con un cordón. Francisco trazó una cruz con tiza, sobre su nueva túnica, y con ésta vestirá y pasará el resto de su vida. Ese será el hábito de sus religiosos después: el vestido de un campesino pobre, de un sencillo obrero.

Se fue por los campos orando y cantando. Unos guerrilleros lo encontraron y le dijeron: "¿Usted quién es? – Él respondió: - Yo soy el heraldo o mensajero del gran Rey". Los otros no entendieron qué les quería decir con esto y en cambio de su respuesta le dieron una paliza. Él siguió lo mismo de contento, cantando y rezando a Dios. Después volvió a Asís a dedicarse a levantar y reconstruir la iglesita de San Damián. Y para ello empezó a recorrer las calles pidiendo limosna. La gente que antes lo había visto rico y elegante y ahora lo encontraba pidiendo limosna y vestido tan pobremente, se burlaba de él. Pero consiguió con qué reconstruir el pequeño templo. La Porciúncula. Este nombre es queridísimo para los franciscanos de todo el mundo, porque en la capilla llamada así fue donde Fracisco empezó su comunidad. Porciúncula significa "pequeño terreno". Era una finquita chiquita con una capillita en ruinas. Estaba a 4 kilómetros de Asís. Los padres Benedictinos le dieron permiso de irse a vivir allá, y a nuestro santo le agradaba el sitio por lo pacífico y solitario y porque la capilla estaba dedicada a la Sma. Virgen.

En la misa de la fiesta del apóstol San Matías, el cielo le mostró lo que esperaba de él. Y fue por medio del evangelio de ese día, que es el programa que Cristo dio a sus apóstoles cuando los envió a predicar. Dice así: "Vayan a proclamar que el Reino de los cielos está cerca. No lleven dinero ni sandalias, ni doble vestido para cambiarse. Gratis han recibido, den también gratuitamente". Francisco tomó esto a la letra y se propuso dedicarse al apostolado, pero en medio de la pobreza más estricta. Cuenta San Buenaventura que se encontró con el santo un hombre a quien un cáncer le había desfigurado horriblemente la cara. El otro intentó arrodillarse a sus pies, pero Francisco se lo impidió y le dio un beso en la cara, y el enfermo quedó instantáneamente curado. Y la gente decía: "No se sabe qué admirar más, si el beso o el milagro".

El primero que se le unió en su vida de apostolado fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís, el cual invitaba con frecuencia a Francisco a su casa y por la noche se hacía el dormido y veía que el santo se levantaba y empleaba muchas horas dedicado a la oración repitiendo: "mi Dios y mi todo". Le pidió que lo admitiera como su discípulo, vendió todos sus bienes y los dio a los pobres y se fue a acompañarlo a la Porciúncula. El segundo compañero fue Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís. El tercero, fue Fray Gil, célebre por su sencillez. Cuando ya Francisco tenía 12 compañeros se fueron a Roma a pedirle al Papa que aprobara su comunidad. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba. En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio". Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula. Dicen que Inocencio III vio en sueños que la Iglesia de Roma estaba a punto de derrumbarse y que aparecían dos hombres a ponerle el hombro e impedir que se derrumbara. El uno era San Francisco, fundador de los franciscanos, y el otro, Santo Domingo, fundador de los dominicos. Desde entonces el Papa se propuso aprobar estas comunidades.

A Francisco lo atacaban a veces terribles tentaciones impuras. Para vencer las pasiones de su cuerpo, tuvo alguna vez que revolcarse entre espinas. Él podía repetir lo del santo antiguo: "trato duramente a mi cuerpo, porque él trata muy duramente a mi alma".
Clara, una joven muy santa de Asís, se entusiasmó por esa vida de pobreza, oración y santa alegría que llevaban los seguidores de Francisco, y abandonando su familia huyó a hacerse moja según su sabia dirección. Con santa Clara fundó él las hermanas clarisas, que tienen hoy conventos en todo el mundo.

Francisco tenía la rara cualidad de hacerse querer de los animales. Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz, por encima de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte una mirla venía a despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la medianoche. Pero si el santo estaba enfermo, el animalillo no lo despertaba. Un conejito lo siguió por algún tiempo, con gran cariño. Dicen que un lobo feroz le obedeció cuando el santo le pidió que dejara de atacar a la gente.

Francisco se retiró por 40 días al Monte Alvernia a meditar, y tanto pensó en las heridas de Cristo, que a él también se le formaron las mismas heridas en las manos, en los pies y en el costado. Los seguidores de San Francisco llegaron a ser tan numerosos, que en el año 1219, en una reunión general llamado "El Capítulo de las esteras", se reunieron en Asís más de cinco mil franciscanos. Al santo le emocionaba mucho ver que en todas partes aparecían vocaciones y que de las más diversas regiones le pedían que les enviara sus discípulos tan fervorosos a que predicaran. Él les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el santo evangelio.

Francisco recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a Jesucristo, y repetía siempre: "El Amor no es amado". Las gentes le escuchaban con especial cariño y se admiraban de lo mucho que sus palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su religión.

Dispuso ir a Egipto a evangelizar al sultán y a los mahometanos. Pero ni el jefe musulmán ni sus fanáticos seguidores quisieron aceptar sus mensajes. Entonces se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa. Por no cuidarse bien de las clientísimas arenas del desierto de Egipto se enfermó de los ojos y cuando murió estaba casi completamente ciego. Un sufrimiento más que el Señor le permitía para que ganara más premios para el cielo.

San Francisco, que era un verdadero poeta y le encantaba recorrer los campos cantando bellas canciones, compuso un himno a las criaturas, en el cual alaba a Dios por el sol, y la luna, la tierra y las estrellas, el fuego y el viento, el agua y la vegetación. "Alabado sea mi Señor por el hermano sol y la madre tierra, y por los que saben perdonar", etc. Le agradaba mucho cantarlo y hacerlo aprender a los demás y poco antes de morir hizo que sus amigos lo cantaran en su presencia. Su saludo era "Paz y bien".

Cuando sólo tenía 44 años sintió que le llegaba la hora de partir a la eternidad. Dejaba fundada la comunidad de Franciscanos, y la de hermanas Clarisas. Con esto contribuyó enormemente a enfervorizar la Iglesia Católica y a extender la religión de Cristo por todos los países del mundo. Los seguidores de San Francisco (franciscanos, capuchinos, clarisas, etc.) son el grupo religioso más numeroso que existe en la Iglesia Católica. El 3 de octubre de 1226, acostado en el duro suelo, cubierto con un hábito que le habían prestado de limosna, y pidiendo a sus seguidores que se amen siempre como Cristo los ha amado, murió como había vivido: lleno de alegría, de paz y de amor a Dios.

Cuando apenas habían transcurrido dos años después de su muerte, el Sumo Pontífice lo declaró santo y en todos los países de la tierra se venera y se admira a este hombre sencillo y bueno que pasó por el mundo enseñando a amar la naturaleza y a vivir desprendido de los bienes materiales y enamorados de nuestra buen Dios. Fue él quien popularizó la costumbre de hacer pesebres para Navidad.

Fuente: ewtn.com

La firma alemana BMW integrará iPads a sus automóviles



La firma alemana fabricante de carros BMW presentó prototipos con estos aditamentos tecnológicos en el “Motor Show 2010”, que se desarrolla en París.

sábado, 2 de octubre de 2010

Vigésimo séptimo Domingo. Ciclo C. 4 de octubre de 2010




AUMENTAR LA FE

— Avivar continuamente el amor a Dios.

— Pedir al Señor una fe firme, que influya en todas nuestras obras.

— Actos de fe
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I. La liturgia de este domingo se centra en la virtud de la fe, En la Primera lectura1 el Profeta Habacuc se lamenta ante el Señor del triunfo del mal, tanto en el pueblo castigado por medio del invasor, como por los mismos escándalos de este. ¿Hasta cuándo clamaré, Señor...? (...). ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes...», se queja el Profeta. El Señor le responde al fin con una visión en la que le exhorta a la paciencia y a la esperanza, pues llegará el día en que los malos serán castigados: la visión espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin echarse atrás. Sucumbirá quien no tenga su alma recta, pero el justo vivirá por la fe. Aun cuando en ocasiones pueda parecer que triunfa el mal y quienes lo llevan a cabo, como si Dios no existiese, llegará a cada uno su día y se verá que realmente ha salido vencedor quien ha mantenido su fidelidad al Señor. Vivir de fe es entender que Dios nos llama cada día y en cada momento a vivir, con alegría, como hijos suyos, siendo pacientes y teniendo puesta la esperanza en Él.

En la Segunda lectura2, San Pablo exhorta a Timoteo a mantenerse firme en la vocación recibida y a llenarse de fortaleza para proclamar la verdad sin respetos humanos: Aviva el fuego de la gracia de Dios...; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio... Santo Tomás comenta que «la gracia de Dios es como un fuego, que no luce cuando lo cubre la ceniza»; y así ocurre cuando la caridad está cubierta por la tibieza o por los respetos humanos3. La fortaleza ante un ambiente adverso y la capacidad de dar a conocer, en cualquier lugar, la doctrina de Cristo, de participar en los duros trabajos del Evangelio, viene determinada por la vida interior, por el amor a Dios, que hemos de avivar continuamente, como una hoguera, con una fe cada vez más encendida. Esto es lo que le pedimos al Señor: Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y los deseos de los que te suplican: derrama sobre nosotros tu misericordia...4, concédenos aun aquello que no nos atrevemos a pedir5, una fe firme que avive nuestro amor, para superar nuestras propias flaquezas y para ser testimonios vivos allí donde se desarrolla nuestra vida. «¡Qué diferencia entre esos hombres sin fe, tristes y vacilantes en razón de su existencia vacía, expuestos como veletas a la “variabilidad” de las circunstancias, y nuestra vida confiada de cristianos, alegre y firme, maciza, en razón del conocimiento y del convencimiento absoluto de nuestro destino sobrenatural!»6. ¡Qué fuerza comunica la fe! Con ella superamos los obstáculos de un ambiente adverso y las dificultades personales, con frecuencia más difíciles de vencer.

II. Existe una fe muerta, que no salva: es la fe sin obras7, que se muestra en actos llevados a cabo a espaldas de la fe, en una falta de coherencia entre lo que se cree y lo que se vive. Existe también una «fe dormida», «esa forma pusilánime y floja de vivir las exigencias de la fe que todos conocemos con el nombre de tibieza. En la práctica, la tibieza es la insidia más solapada que puede hacerse a la fe de un cristiano, incluso de lo que muchos llamarían un buen cristiano»8. Necesitamos nosotros una fe firme, que nos lleve a alcanzar metas que están por encima de nuestras fuerzas y que allane los obstáculos y supere los «imposibles» en nuestra tarea apostólica. Es esta virtud la que nos da la verdadera dimensión de los acontecimientos y nos permite juzgar rectamente de todas las cosas. «Solamente con la luz de la fe y con la meditación de la Palabra divina es posible reconocer siempre y en todo lugar a Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos (Hech 17, 28), buscar su voluntad en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todos los hombres, próximos o extraños, y juzgar con rectitud sobre el verdadero sentido y valor de las realidades temporales, tanto en sí mismas como en orden al fin del hombre»9.

En ocasiones Jesús llama a los Apóstoles hombres de poca fe10, pues no estaban a la altura de las circunstancias. Está el Mesías con ellos y tiemblan de miedo ante una tempestad en el mar11 o se preocupan excesivamente por el futuro12, cuando es el mismo Creador el que les ha llamado a seguirle. El Evangelio de la Misa nos presenta a los Apóstoles que, conscientes de su fe escasa, le piden a Jesús: Auméntanos la fe13. Así lo hizo el Señor, pues todos terminarían dando su vida, supremo testimonio de la fe, por atestiguar su firme adhesión a Cristo y a sus enseñanzas. Se cumplió la Palabra del Señor: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este árbol: arráncate y plántate en el mar, y os obedecería. La transformación de las almas de quienes se cruzaron en su camino fue un milagro aún mayor.

También nosotros nos encontramos en ocasiones faltos de fe, como los Apóstoles, ante dificultades, carencia de medios... Tenemos necesidad de más fe. Y esta se aumenta con la petición asidua, con la correspondencia a las gracias que recibimos, con actos de fe. «Nos falta fe. El día en que vivamos esta virtud –confiando en Dios y en su Madre–, seremos valientes y leales. Dios, que es el Dios de siempre, obrará milagros por nuestras manos.

»—¡Dame, oh Jesús, esa fe, que de verdad deseo! Madre mía y Señora mía, María Santísima, ¡haz que yo crea!»14.

III. ¡Señor, auméntanos la fe! ¡Qué estupenda jaculatoria para que se la repitamos al Señor muchas veces! Y junto a la petición, el ejercicio frecuente de esta virtud: cuando nos encontremos en alguna necesidad, en el peligro, cuando nos veamos débiles, ante el dolor, en las dificultades del apostolado, cuando parece que las almas no responden... cuando nos encontremos delante del Sagrario.

Muchos actos de fe hemos de hacer en la oración y en la Santa Misa. Se cuenta de Santo Tomás que cuando miraba la Sagrada Forma, al elevarla en el momento de la Consagración, repetía: Tu rex gloriae, Christe; tu Patris sempiternus es Filius, «Tú eres el rey de la gloria, Tú eres el Hijo sempiterno del Padre». Y San Josemaría Escrivá solía decir interiormente en esos mismos instantes: Adauge nobis fidem, spem et charitatem, «auméntanos la fe, la esperanza y la caridad», y Adoro te devote, latens deitas, «Te adoro con devoción, Dios escondido», mientras hacía la genuflexión15. Muchos fieles tienen la costumbre de repetir devotamente en ese momento, con la mirada puesta en el Santísimo Sacramento, aquella exclamación del Apóstol Tomás ante Jesús resucitado: ¡Señor mío y Dios mío! De cualquier forma, no podemos dejar que pase esa oportunidad sin manifestar al Señor nuestra fe y nuestro amor.

A pesar del afán por formarnos, por conocer cada vez mejor a Cristo, es posible que alguna vez nuestra fe vacile o tengamos temores y respetos humanos para manifestarla. La fe es un don de Dios que nuestra poquedad a veces no puede sostener. En ocasiones es tan pequeña como un granito de mostaza. No nos sorprendamos por nuestra debilidad, pues Dios cuenta con ella. Imitemos a los Apóstoles cuando se dan cuenta de que todo aquello que ven y oyen les supera. Pidámosle entonces, a través de Nuestra Señora y con la humildad de los discípulos, que aumente nuestra fe, para que, como ellos, podamos ser fieles hasta el final de nuestros días y llevemos a muchos hasta Él, como hicieron quienes le han seguido de cerca en todos los tiempos.

Nuestra Madre Santa María será siempre el punto de apoyo donde encontrará firmeza la fe y la esperanza, pero de modo muy particular cuando nos sintamos más débiles y necesitados, cuando nos veamos con menos fuerzas. «Nosotros, los pecadores, sabemos que Ella es nuestra Abogada, que jamás se cansa de tendernos su mano una y otra vez, tantas cuantas caemos y hacemos ademán de levantarnos; nosotros, los que andamos por la vida a trancas y barrancas, que somos débiles hasta no poder evitar que nos lleguen a lo más vivo esas aflicciones que son condición de la humana naturaleza, nosotros sabemos que es el consuelo de los afligidos, el refugio donde, en último término, podemos encontrar un poco de paz, un poco de serenidad, ese peculiar consuelo que solo una madre puede dar y que hace que todo vuelva a estar bien de nuevo. Nosotros sabemos también que, en esos momentos en que nuestra impotencia se manifiesta en términos casi de exasperación o de desesperación, cuando ya nadie puede hacer nada y nos sentimos absolutamente solos con nuestro dolor o nuestra vergüenza, arrinconados en un callejón sin salida, todavía Ella es nuestra esperanza, todavía es un punto de luz. Ella es aún el recurso cuando ya no hay a quien recurrir»16.

1 Hab 1, 2-3; 2, 2-4. — 2 2 Tim 1, 6-8; 13-14. — 3 Santo Tomás, Comentario a la Segunda Carta a los Corintios, 1, 6. — 4 Misal Romano, Oración colecta de la Misa. — 5 Ibídem. — 6 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 73 . — 7 Cfr. Sant 2, 17. — 8 P. Rodríguez, Fe y vida de fe, p. 138. — 9 Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4. — 10 Mt 8, 26; 6, 30. — 11 Cfr. Mt 8, 26. — 12 Cfr. Mt 6, 30. — 13 Lc 17, 5. — 14 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 235. — 15 Cfr. A.Vázquez de Prada, El fundador del Opus Dei, Rialp, Madrid 1983, p. 267 ss. — 16 F. Suárez, La puerta angosta, Rialp, 9ª ed. Madrid 1985, pp. 227-228.

Mourinho anuncia la lista de titulares para el juego del domingo 3 de octubre contra el Deportivo A Coruña.


Madrid, EFE- José Mourinho, técnico portugués del Real Madrid, cumplió su palabra, tras criticar a los periodistas por sus preguntas sobre Pedro León en Auxerre, en Francia, y como pidió, la primera cuestión en una rueda de prensa en el Bernabeu fue sobre el equipo titular, a lo que respondió dando los once elegidos en el que hay dos novedades: Carvalho y Di María.

El técnico confirmó el regreso a la titularidad del luso Ricardo Carvalho, superadas las molestias de tobillo que le impidieron jugar en Auxerre el pasado martes en el Liga de Campeones, y la presencia del argentino Ángel Di María desde el inicio, tras ser el jugador que decidió con su gol el encuentro europeo.

De esta forma, el Real Madrid jugará ante el Deportivo de La Coruña, según lo anunciado por Mourinho, con: Iker Casillas, Sergio Ramos, Pepe, Carvalho, Marcelo, Khedira, Xabi Alonso, Di María, Özil, Cristiano Ronaldo e Higuaín.